miércoles, 14 de noviembre de 2018

Leyendo... Amós capítulo 7



LECTURA DIARIA:
Amós capítulo 7

En dos ocasiones se le mostró a Amós una visión del castigo inminente de Israel, y su respuesta inmediata fue orar para que Dios perdonara la vida de Israel.

Tres de las cinco visiones de Amós. Las primeras dos, las langostas y el fuego, son visiones piadosas porque en ellas Amós intercede ante Dios para que modifique sus intenciones. La tercera visión, de la plomada, no tiene este carácter.
Una plomada de albañil era un instrumento utilizado para verificar si una pared estaba derecha. Una pared que no está derecha a la larga se derrumbará. Dios quería que su pueblo fuera recto con El; quería que el pecado que nos tuerce fuera retirado de inmediato. La Palabra de Dios es la plomada que nos ayuda a estar conscientes de nuestro pecado.
Los profetas como Amós a menudo eran vistos como traidores debido a que hablaban en contra del rey y de sus consejeros, cuestionando su autoridad y exponiendo sus pecados. El rey vio al profeta como enemigo en vez de verlo como alguien que estaba tratando de ayudarlo a él y a la nación.
Amasías era el jefe de los sacerdotes en Bet-el, representaba la religión oficial de Israel. No le importaba escuchar el mensaje de Dios; solo estaba preocupado por su propia posición. El mantener su cargo era más importante que escuchar la verdad.
Amós está en Bet-el, porque Dios le ordenó ir allí. Ahí era donde tenía que estar, no en Judá. Debía profetizar al pueblo de Israel , no a la gente de Judá. La autoridad reside en el Señor, no en Amasías, y Amós debía obedecer al Señor.
Sin ninguna preparación, educación ni crianza especial, Amós obedeció el llamado de Dios: «Vé y profetiza a mi pueblo Israel».
Amós no deja de profetizar, sino que repite el mensaje del castigo que caerá sobre Israel. Esta vez el juicio está dirigido contra la familia de Amasías, no contra la casa de Jeroboam.

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