domingo, 20 de mayo de 2018

Un momento... LAS DOS CARAS DEL AMOR, DISCIPLINA Y RECOMPENSA



UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
LAS DOS CARAS DEL AMOR, DISCIPLINA Y RECOMPENSA

Uno de los valores que hemos dejado de practicar y enseñar en pleno siglo XXI es el respeto. El respeto se demuestra con palabras, gestos, actitudes, ademanes y hechos hacia personas, objetos, lugares y eventos.

La falta de respeto se puede ver en la violencia intrafamiliar, en los abusos laborales, en el maltrato psicológico, en el acoso y en el irrespeto cuando se da manipulación, engaño, aprovechamiento.
El respeto es un derecho que toda persona tiene. La práctica de este valor es lo que puede llevarnos a vivir en paz, pero la carencia del mismo es lo que está llevando a la sociedad presente al caos del individualismo, materialismo y el narcicismo.
El respeto va de la mano con el amor (Efesios 6.1 - 4).
El hebreo traduce “honra” como “peso”. La persona a la que se honra se le considera de peso y de valor.
El término griego para “honra” tiene la idea de estima, valor, preciosidad. Las personas a las que honramos es porque las consideramos preciadas y de gran valor. Esto lo ilustra perfectamente Efesios 6:1-3, “Hijos obedeced en el Señor a vuestros padres porque esto es justo, honra a tu padre y a tu madre.” Así que, los términos honra y respeto están relacionados, y suelen usarse juntos. Cuando uno demuestra el respeto que siente hacia alguien, lo honra y lo valora o estima es porque lo ama o lo respeta. El respeto se refiere principalmente a la forma cómo vemos a la persona, y la manera como se le da honra, a cómo la tratamos.
El amor se demuestra por la disciplina y la recompensa (Hebreos 12.7 - 11).
Mucha gente piensa que quien disciplina o castiga es porque no ama. Sin embargo, la Biblia dice todo lo contrario, que quien detiene el castigo a sus hijos aborrece, y que quien disciplina a sus hijos ama (Proverbios 13.22).
Sin embargo, por mucho tiempo, personas adultas han dicho, han pensado y han dejado de disciplinar a sus hijos, según ellos por amor, según la psicología para no afectar las emociones de los hijos, y en vez de eso, los consienten.
Jóvenes han expresado su desacuerdo y su rebeldía en contra de los padres y autoridades, por el ejercicio de la disciplina. Todo lo quieren solucionar con violencia y es probable que vengan huyendo de un hogar disfuncional o donde no hay disciplina, sino mal uso de esta, violencia, abusos, malos ejemplos, etc.
Disciplinar a los niños desde pequeños, saber disciplinar a tiempo, corregir el error desde la infancia, llamar la atención al hijo o la hija cuando hace algo incorrecto, eso es amor.
Una persona educada y disciplinada sabe respetar y reconocer el valor de las demás personas. Aquí está el grave problema, a nosotros no nos gusta la disciplina, y no seguir la disciplina es rebeldía, desobediencia, desorden, malcriadeza; y esto con seguridad cosecha más problemas, porque conduce a un comportamiento anárquico.
No aceptar que nos disciplinen cuando hacemos algo que merece disciplina es un claro desacato a las autoridades establecidas por DIOS.
La falta de disciplina ha venido a ser la mayor causa de la ausencia del valor del respeto.
No hemos aprendido a someternos, y mientras no aprendamos obediencia, siempre estaremos en problema, siempre seremos rebeldes y desobedientes. Al final, DIOS tendrá que disciplinarnos y lo hará con seguridad porque DIOS es amor, porque el otro lado del amor es la disciplina, la justicia, y la integridad. La disciplina bien ejercida con una perspectiva preventiva y correctiva es muy necesaria para la formación de una sociedad justa, respetuosa y educada.
La otra cara del amor es la oportuna recompensa, el estímulo/ reconocimiento.
La disciplina bien ejercida, a tiempo, con propósito correctivo, y con un espíritu preventivo cosecha buenos resultado aunque en el momento de recibirla no se considere así.
En todos los tiempos, la base del respeto es el amor y el reconocimiento de ser humano ha sido creado por DIOS con todos los derechos y responsabilidades.
El amor se demuestra en dos maneras: en la correcta disciplina y en la oportuna recompensa que damos.
El respeto hacia DIOS es producto del amor hacia él el cual nace en el momento que creemos en Jesús. En la medida que ese amor se amplía en nosotros aprendemos a respetar a los demás.
Dios les bendiga abundantemente.

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