jueves, 24 de mayo de 2018

Un momento... EL PODER DE LA PALABRA



UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
EL PODER DE LA PALABRA

El libro de Daniel, capítulos 8 a 10 desarrolla dos historias paralelas, una que es la que está viviendo el profeta junto a su pueblo que está en calidad de prisioneros, y la otra que es la que sucederá en el futuro y es la que desarrolla todo el programa escatológico de DIOS para la humanidad que termina con el reino milenial o mesiánico.

El capítulo 8 habla de un carnero y un macho cabrío que se refiere a los imperios subsiguientes: el medo persa, el greco el cual se debilitara al descentralizar su poder al dividir el reino en cuatro reinos, luego vendrá el imperio romano que se extenderá hasta la venida de Jesús como rey eterno.
Daniel experimenta el poder de la palabra profética que lo debilita hasta enfermarse.
El capítulo 9 revela de manera magistral la semana setenta de Daniel, pero antes Daniel hace una oración de confesión nacional y personal delante de DIOS. Nuevamente, hay poder en la palabra, tanto la nuestra como la de DIOS. Este gran profeta, a quien DIOS ama, el mismo reconoce en repetidas veces que ha pecado, y que todo el pueblo ha pecado, y por consiguiente necesita tener el perdón de DIOS.
Aquí está el poder de la palabra, que si confesamos con nuestra boca y reconocemos nuestro pecado, DIOS nos perdona, somos sanados, y aunque las consecuencias llegaran, se cuenta con el amor, la compasión y la misericordia de DIOS.
No permitamos que el pecado nos alcance, que la desgracia y el dolor que este causa llegue a nuestras vidas. No dejemos que el poder contaminador, dominador, y destructivo del pecado en alianza con el mundo, la carne y el diablo nos convenzan, porque las consecuencias son difíciles y a veces imposibles de borrar.
Es tan maléfica la intención del pecado y sus aliados que no les importa lo que hayamos hecho bien toda una vida, pues en un segundo, en un minuto, en cinco minutos, con una palabra o con una acción lo pueden echar a perder. Con carácter, decisión, determinación y mucho valor, reconozcamos cuando, como, cuanto y porque hemos pecado, aunque lo más importante es el arrepentimiento. DIOS siempre está esperando que reconozcamos nuestras faltas delante de Él, le pidamos perdón con toda sinceridad, porque su amor es grande e inefable.
Sin embargo, el poder de la Palabra de DIOS es mayor que el poder de la palabra de confesión. La Biblia dice que Daniel, al recibir, ver y conocer el plan de DIOS sobre las cosas que sucederían sobre la tierra, se desmayó, se enfermó, se debilito profundamente.
La descripción de lo que sucederá desde el edicto de Ciro por el año 400 a.C. hasta la entrada triunfal de Jesús, en la semana de la pasión cuando es crucificado, pasa 69 semanas. Cada semana representa a 7 años, de manera que hasta el día de la muerte de Jesús hay un conteo de 69 semanas.
El conteo se ha detenido, es lo que algunos llaman el paréntesis donde DIOS levanta su nuevo pueblo, la Iglesia.
De manera que, el imperio en vigencia ahora mismo, bajo la perspectiva escatológica es el imperio romano, y estará así, hasta que Cristo venga para levantar su Iglesia, y en ese mismo momento reinicia el conteo de la semana 70 de Daniel, que corresponde a los siete años de tribulación sobre la tierra. En dicha semana, se levantara el Anticristo, el trato de Dios con Israel se volverá a restablecer, y la Iglesia estará en las nubes por 7 años celebrando el tribunal de Cristo y las bodas del Cordero, luego Jesús vendrá a la tierra para establecer su reino mesiánico, el quinto imperio según lo anticipa Daniel.
Esta palabra de DIOS, poderosa, hizo que Daniel se enfermara.
Cuando la Palabra llega a nuestra vida, esta es tan poderosa que nos debilita, nos exhorta, nos enseña. Y nos reta a cambiar. También, hay poder en nuestra palabra cuando con nuestra boca confesamos nuestros pecados, y nuestras ofensas. (1 de Juan 1.9)
DIOS tiene poder en su Palabra, todo lo que ates en la tierra o desates en la tierra, será atado o desatado en el cielo. (Mateo 16.19)
Nos toca, creer y estar seguros y tranquilos porque DIOS ha hablado en su Palabra y nos ha hecho miles de promesas, pero con una vasta, “Yo estaré contigo todos los días”.
Apropiémonos de esta palabra que no falla, que es verdad, y que mucho la necesitamos.
Que nuestro si, sea sí y nuestro no, sea no, ese es el poder de la palabra, basado en la Palabra de DIOS.
Dios les bendiga abundantemente.

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