lunes, 14 de mayo de 2018

Leyendo... Isaías capítulo 30


LECTURA DIARIA:
Isaías capítulo 30

Este capítulo describe la lucha entre Jehová y los líderes de Judá que se inclinaban a acordar alianzas con el extranjero (aquí con Egipto) para protegerse de Asiria. Rechazaban así la guía divina, agraviando al Espíritu Santo. Egipto no era un guardián, sino solamente una sombra.
«Los hijos que se apartan» son el pueblo de Judá, los que se han rebelado contra Dios. Las negociaciones para una alianza estaban en camino e Isaías condenó sus planes torcidos. El pueblo de Judá buscó el consejo de todos menos el de Dios. 
Isaías pronuncia una profecía: Las caravanas egipcias en el sur del Neguev no serán de ayuda alguna. Egipto sólo podía estarse quieto.
Estaba dirigida a los que llevaron soborno a Egipto a través del desierto en la región del Neguev.
Quizás algunas personas en Judá buscaron refugio en Egipto. En su deseo de seguridad, quisieron escuchar buenas noticias. No recibieron con agrado la verdad que proclamaban los profetas de Dios. 
Que Judá confiase en los corceles veloces de Egipto en lugar de Jehová, la dejaría sola como mástil en la cumbre de un monte
Dios advirtió a Judá que volverse a Egipto y a otras naciones para adquirir fuerza militar, no la salvaría. Solo Dios podía hacerlo. Debieron esperar en El «en quietud y en confianza». Ninguna cantidad de palabras imprudentes ni actividades precipitadas podía acelerar el gran designio de Dios. No tenemos otra cosa que decir a Dios que gracias. La salvación viene solo de Él. 
En lugar de juzgar a su pueblo, Jehová ansía bendecirlo. El día vendrá cuando el pueblo escuchará a maestros como Isaías y será guiado por la mano del Señor. Gracias a ello, abandonará la idolatría y hará suyo el culto verdadero. En aquel día toda la naturaleza se mostrará benigna y la gloria de Dios resplandecerá más que el sol.
El Señor dio a su pueblo pan de congoja y agua de angustia, pero prometió estar con ellos, enseñarles y guiarles durante los tiempos difíciles. 
Cuando el pueblo de Jerusalén abandonaba la senda de Dios, El los corregía. 
En los preparativos de aquel día, Dios visitará indignado a los enemigos de Israel, incluyendo a Asiria, su actual enemigo. 
Tofet, es un lugar en el valle de Hinom donde se ofrecían sacrificios, inclusive de niños, al Dios Moloc; sugiere una pira funeraria y alude simbólicamente a la muerte de los reyes paganos bajo el soplo de Jehová.

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