jueves, 3 de mayo de 2018

Leyendo... Isaías capítulo 19




LECTURA DIARIA:
Isaías capítulo 19

Entre las naciones vecinas de Israel que Dios juzgará está Egipto, el viejo enemigo del pueblo de Dios. A menudo el Señor advirtió a Israel por depositar su confianza en el brazo de Egipto. La referencia aquí apunta a la ocupación etíope del 711 a.C., permitida por Dios para castigar a Egipto. Esta se extendió 60 años.
A Egipto, nación que esclavizó al pueblo de Dios durante cuatrocientos años, la odiaba el pueblo de Israel. Aun así, Judá estaba considerando la idea de aliarse a Egipto en contra de Asiria. Sin embargo, Isaías le advirtió en contra de esta alianza debido a que Dios destruiría a Asiria en su tiempo.
Como Egipto dependía del río (Nilo) para su subsistencia, Dios permitió que éste se agotara para traer gran desastre a todas las formas de vida en la región.
Egipto se distinguía por su sabiduría, pero aquí sus hombres sabios y oficiales fueron necios y engañados. La verdadera sabiduría solo puede venir de Dios.
Estos versículos siguientes describen una época cuando Egipto se volverá a Jehová y experimentará la salvación. Esta sección comienza con la frase en aquel día, que a menudo alude a los tiempos del Mesías. Se refiere por tanto a una realidad futura.
Después del castigo, Egipto se volvería de la idolatría y adoraría al único Dios verdadero. Aún más sorprendente es la profecía de Isaías de que los dos grandes tiranos de Israel, Egipto y Asiria, se unirían en adoración. Esta profecía se cumplirá “en aquel tiempo”, el día futuro del reinado de Cristo.
Cuando Egipto pida ayuda a Dios, El enviará a su Salvador para librarlo. Nuestro Salvador, Jesucristo, está al alcance de todos los que lo llamen. ¡Podemos orar y también recibir su poder salvador!
Los versículos 21 al 23 se refieren también a futuras bendiciones cuando ya se haya consumado el reino de Dios. Egipto y Asiria, en representación de los pueblos gentiles, e Israel, todos experimentarán la salvación a través del Mesías.
En Jesucristo, los que antes eran enemigos pueden unirse en amor. En El, personas y naciones que se encuentran en polos opuestos, políticamente hablando, se inclinarán ante sus pies como hermanos. Cristo rompe toda barrera que amenace con las relaciones.


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