lunes, 21 de mayo de 2018

Leyendo... Isaías capítulo 37




LECTURA DIARIA:
Isaías capítulo 37

A Judá se le compara con una mujer que trata de dar a luz a un hijo, pero es demasiado débil para hacer algo por ella misma. Cuando la situación parecía desesperada, Ezequías no se rindió. En vez de eso, pidió al profeta Isaías que orara por la ayuda de Dios.

Ezequías hizo exactamente lo que Isaías le recomendó al pueblo. Se volvió a Dios y observó como El venía a brindar ayuda a Judá.
Laquis había aparentemente caído. Senaquerib fue a atacar a Libna, otra ciudad de Judea, cuando supo que Egipto había entrado en la guerra en auxilio de Jerusalén ( Tirhaca . . . Etiopía ). Ello dio lugar a que enviara un mensaje a Ezequías con un contenido similar a la amenaza verbal lanzada por Rabsaces.
Si bien la respuesta a la oración de Ezequías estaba en marcha debido a que Etiopía ya estaba lista para atacar, Ezequías no lo sabía. Persistió en su oración y en la fe aun cuando no veía que la respuesta ya estaba en camino.
Como Senaquerib embelleció su ciudad capital, Nínive, Ezequías retuvo el tributo y se preparó para la batalla. Los asirios avanzaron hacia su rebelde frontera occidental, atacando rápidamente a lo largo de la costa mediterránea. Desde Laquis, Senaquerib amenazó con tomar a Jerusalén, pero Isaías sabía que sus amenazas morirían con él en su regreso hacia Nínive.
Las naciones pueden gloriarse de sus conquistas, como hizo Asiria, pero es Dios quien las utiliza como instrumento.
El Señor dirige ahora su mensaje al rey Ezequías. Ofrece una señal de que un remanente de Judea sobreviviría al sitio de la ciudad como testimonio de su fidelidad a Jehová.
Jehová predice el fracaso de la invasión Asiria a Jerusalén. La derrota de Senaquerib fue el fruto de las oraciones de Ezequías.
Dios defendería a Jerusalén por amor a su honor y en memoria de su promesa a David. Asiria insultó a Dios. No sería su instrumento para castigar a Jerusalén. Lo que Jerusalén no tenía posibilidades de hacer, Dios lo haría por ellos.

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