sábado, 5 de mayo de 2018

Leyendo... Isaías capítulo 21




LECTURA DIARIA:
Isaías capítulo 21

Babilonia (el desierto del mar ) sufrió una serie de derrotas entre los años 710 y 703 a.C. Aquí las noticias que llegan a Jerusalén se refieren a la derrota de Babilonia en el 703 a.C. a manos del rey Senaquerib de Asiria. Esto aterrorizó a la ciudad, que temía ser la próxima víctima.
«El desierto del mar» es Babilonia, al lado del golfo Pérsico. Algunos dicen que esta profecía se cumplió con la caída de Babilonia en 539 a.C.. Sin embargo, otros dicen que se trata de una profecía de la revuelta de Babilonia en contra de Asiria aproximadamente en 700 a.C.
Los centinelas (vigías sobre los muros de la ciudad) aparecen a menudo en las visiones proféticas de destrucción. Son los primeros en ver que el problema se acerca. El profeta Habacuc fue un centinela. Quizás la visión de los jinetes de dos en dos represente el ataque de los medos y persas a Babilonia en 539 a.C.
Babilonia no solo era una gran ciudad poderosa, sino también estaba llena de pecados horribles (idolatría, brujería y prostitución en el templo). Babilonia era, y sigue siendo, un símbolo de todo lo que se opone a Dios. A pesar de toda su gloria y poder, Babilonia sería destruida junto con todos su ídolos.
Dos pasos en el proceso agrícola del Israel antiguo era trillar y aventar. Primero, se golpeaban las espigas de trigo (a menudo empleadas para simbolizar a Israel) para romper las semillas y sacar el valioso grano que tenían en su interior (trillado). Las semillas entonces se aventaban al aire, para que se llevara el viento la paja sin valor y quedara el grano que caía de nuevo al piso (aventamiento). Israel experimentaría esta misma clase de proceso, se desecharía a la gente indigna, pecadora y rebelde, pero Dios mantendría el «grano» bueno para volver a poblar Israel.
Los lugares que se enumeran aquí se encuentran todos en Arabia. Son ciudades fronterizas que controlaban las rutas del comercio a lo largo de la tierra. Esta es la predicción de desastre de Isaías.
Esta es la primera de cuatro profecías que se refieren a pueblos o naciones mediante nombres simbólicos.
El profeta confiesa que es dura la visión que le ha sido revelada.

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