sábado, 12 de mayo de 2018

Un momento... ACOSTUMBRARNOS A PEDIR PERDÓN





UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
ACOSTUMBRARNOS A PEDIR PERDÓN

¿Qué es más fácil entre pedir perdón a quien ofendí o perdonar al que me ofendió? ¿Quién muestra más madurez el que va y pide perdón o el que perdona cuando le piden perdón? ¿Quién recibe mayores beneficios el que pide perdón o el que decide perdonar? ¿A quién le corresponde pedir perdón, el que ofendió o el ofendido? 


Estas son unas de las muchas preguntas que podríamos hacer cuando estamos pensando en el tema del perdón. Nos enfocaremos en los beneficios que se obtienen en el ejercicio del perdón, y esta sociedad necesita cultivar una cultura de perdón, el perdón consigo mismo, el perdón de DIOS, y el perdón por la ciudad, y con los demás. Llegar a esto no es nada fácil, es por ello que antes debemos entender el significado correcto del perdón y descubrir los aspectos principales que han impedido crear una cultura de perdón.
¿Qué significa perdonar?
El Diccionario da 4 significados a la palabra perdón. 1. Es renunciar a la idea de obtener venganza por una ofensa recibida, no guardar ningún tipo de rencor ni resentimiento. 2. Conceder la absolución de una pena. 3. Eximir a alguien de una obligación. 4. Excusar o disculpar a alguien de algo.
La Biblia dice que perdonar: a. Es liberar o levantar la culpa o deuda de alguien o exonerándolo del castigo que merece.
Perdonar es más que un sentimiento, olvido y excusa, es una decisión. Isaías 59.2 dice: “Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar su rostro para no oír”. Cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y DIOS nos perdona, él nos libera del castigo de estar separados de él para siempre. DIOS promete nunca más recordar esos pecados, ni traerlos a la memoria en contra de nosotros, ni permitir que se interpongan en nuestra relación con Él.
La falta de perdón interrumpe nuestra relación con DIOS lo cual nos descalifica para ser instrumento de su gracia, alimenta sentimientos negativos que no nos permite vivir en paz, actuar con libertad, convirtiéndose en repelentes de la amistad y lo más grave es que el no perdonar es una enfermedad que nos va matando lentamente nuestro corazón.
El problema que albergamos y no podemos olvidar alimenta sentimientos negativos como el rencor y la amargura.
Muchas veces, a pesar de saber que perdonar es la mejor solución, es el orgullo lo que no nos deja perdonar, en lo más interno grita una voz que dice, ¡No quiero perdonar!
Dios quiere que perdonemos así como él nos perdonó. La Biblia nos enseña y nos exige perdonar. La vida cristiana nos exige que perdonemos. La iglesia es una comunidad de perdón. El lenguaje del amor es el perdón. El mundo será diferente si practicamos el perdón. Se vive mejor si estamos en paz con todos. El gran desafío es que cada uno en particular se proponga ser un representante del perdón y trabajar porque todos aprendan a vivir en perdón.
El ambiente de una sociedad donde se practica el perdón seria de armonía, y cuando se vive en unidad, DIOS se encarga de enviar bendición y vida eterna. Lo que no debemos olvidar, que lo más importante que cuando perdonamos y pedimos perdón, es que las cadenas que nos atan, el rencor que nos aprisiona, el dolor que nos atormenta, y el odio que nos mata y que detienen las bendiciones de DIOS, son destruidas por Su poder dándonos a cambio la paz, la libertad, la recreación de los huesos y la solvencia moral, espiritual, emocional y social.
Dios les bendiga abundantemente.

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