martes, 15 de mayo de 2018

Leyendo... Isaías capítulo 31



LECTURA DIARIA:
Isaías capítulo 31

El Señor advierte a Judá contra la concertación de una alianza con Egipto, quien mostraba su desconfianza hacia el Santo de Israel .

Judá buscó la protección de los que tenían mucho menos poder que Dios. Tanto Egipto como Judá caerían como resultado de su arrogancia.
Pero otra vez, Dios no olvidará eternamente a su pueblo; habrá una restauración.
Se utilizan dos metáforas para referirse a la defensa de Jerusalén por el Señor. Vendrá como león irresistible versículo 4, a manera del león que simboliza a la tribu de Judá, y como las aves que vuelan por encima de su ciudad. En aquel día arrojarán ellos sus ídolos. Entonces caerá Asiria, en representación de todos los enemigos de Judá.
Isaías ya no trata de influir en los dirigentes del pueblo para que no se acuda a Egipto. Sólo lamenta que se centre la confianza en los carros de guerra y en los jinetes que formaban el poderío de Egipto, en lugar de centrarla en Jehová. Sin embargo, no ha sido vano el esfuerzo del profeta, porque ahora Jehová no retirará sus palabras dichas contra Israel.
En el versículo 3 aparece uno de los temas más importantes de Isaías: el contraste entre lo humano y lo divino, entre la carne y el espíritu. El espíritu no es contrastado con la materia, sino con la carne, que constituye el factor al cual el espíritu comunica vida y que no puede sustentarse por sí sola. Los caballos de guerra son instrumentos del hombre, y el hombre que los posee y padece de las limitaciones de su naturaleza humana. Eso quiere decir el profeta cuando dice que los caballos son carne.
A esta altura de su ministerio profético, Isaías sigue exponiendo el mismo anuncio coherente: Asiria caerá a espada, pero no de hombre. No serían Egipto, ni mucho menos Judá y sus aliados de la región del Mediterráneo. Jehová actuaría en el momento especifico y así quedaría demostrado que el espíritu no es débil ni mucho menos irreal.

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