martes, 26 de julio de 2016

Leyendo... Éxodo capítulo 26

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LECTURA DIARIA:
Éxodo capítulo 26

En este capítulo Dios sigue instruyendo a Moisés sobre las diferentes partes del Tabernáculo.
Se habla aquí de las cortinas. El primer grupo de cortinas era de 12, 60 m de largo por 1, 80 m de alto, y su confección se hacía con telas costosas.
Las cortinas del tabernáculo tenían que ser muy ricas. Tenían que estar bordadas con querubines para significar que los ángeles de Dios acampan alrededor de ese lugar santo.
La cubierta sobre el tabernáculo era una cortina hecha de pelo de cabra de unos 13, 50 m de largo por 1, 80 m de alto; protegía al primer grupo de costosas cortinas.
Estos dos grupos de cortinas estaban protegidos por otros dos grupos de cortinas, el de afuera de pieles de carneros y el de adentro de pieles de tejones.
Las tablas (o tablazones) para el tabernáculo eran de 4, 50 m de largo y de 67, 5 cm de ancho.
Cada una de las basas de plata pesaba unas 115 libras (52 kg.); debían ponerse en hileras en el suelo. Sobre cada par de basas se insertaba un panel de madera de acacia recubierto de oro, afirmada por espigas que debían encajar en los correspondientes orificios.
Así se iban a formar murallas para ambos lados y para el extremo occidental. La muralla era además sostenida por barras que pasaban por anillos de oro. Se desplegaban las cortinas sobre todo esto.
Aunque era portátil, era fuerte y firme. Los materiales eran muy costosos.
Todo esto era tipo de la iglesia de Dios, edificada sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo.
El velo era una cortina interior hecha como las del primer grupo que dividía la estructura de 252 m cuadrados. Estaba colgado a 9 m de la puerta del tabernáculo.
Este velo separaba los dos lugares sagrados en el tabernáculo: el Lugar Santo y el Lugar Santísimo. El sacerdote entraba al Lugar Santo para tener comunión con Dios y vigilar el altar del incienso, el candelabro y la mesa con el pan de la proposición.
El Lugar Santísimo era donde Dios mismo moraba, su presencia descansaba en el propiciatorio que cubría el arca del pacto. Sólo el sumo sacerdote podía entrar al Lugar Santísimo y aun así podía hacerlo una sola vez al año (en el Día de la Expiación) para hacer expiación por los pecados de la nación entera. Cuando Jesucristo murió en la cruz, el velo del templo (que había reemplazado al tabernáculo) se rasgó en dos de arriba a abajo (Marcos 15.38), simbolizando nuestro libre acceso a Dios debido a la muerte de Jesús. La gente ya no tenía que acercarse a Dios a través de sacerdotes ni de sacrificios.

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