sábado, 23 de julio de 2016

Leyendo... Éxodo capítulo 23. 20 - 36

La imagen puede contener: una o varias personas y texto
LECTURA DIARIA:
Éxodo capítulo 23. 20 - 36

Un ángel iba a ir delante del pueblo hebreo como guía y conducción segura. Se habla a menudo de él con relación a esto. (Éxodo 14.19; Éxodo 33.2; Números 20.16, etc.). El profeta Isaías le denomina el ángel de Su faz (de la presencia, o faz, de Jehová). (Isaías 63.9). ¿Quién era, entonces, este ángel? Es evidente, tanto a partir de esta Escritura como del capítulo 14, así como también de otras, que los atributos divinos son atribuidos a Él. Se dice, por ejemplo, "Mi nombre está en él." (versículo 21).
Del mismo modo, en Éxodo 14, después que se habla de él como que es un ángel, se Le identifica con Jehová. Es asimismo el caso en Génesis 22, en relación con el sacrificio de Isaac (Génesis 22. 15, 16). Es claro, por consiguiente, que Él es divino; y la inferencia es así justificable en cuanto a que en este ángel no tenemos a ningún otro más que a la Segunda Persona de la Trinidad, Dios el Hijo, y que como tal, en Sus múltiples apariciones, podemos percibir prefiguraciones de Su encarnación. Es Él quien ha sido siempre el líder de Su pueblo; y es Él quien toma aquí Su lugar a la cabeza de los hijos de Israel para guardarles en el camino, y para llevarles al lugar que Dios había preparado.
De ahí la solemne advertencia dirigida a Israel. Debían ser prudentes delante de Él, obedecer Su voz, y no provocarle. Él era santo, y ya que Su pueblo mismo se había colocado bajo ley, Él no podía perdonar sus transgresiones. "Mi nombre" una expresión de todo lo que Dios era en Su relación con Israel "está en Él", y por eso Él actuaría en justicia, sobre la base de la ley que había sido dada como el estándar de la conducta de ellos. Por otra parte, la obediencia fue hecha la condición de Su completa identificación con la causa de ellos. Sus enemigos serían, en tal caso, Sus enemigos, y Él los destruiría.
Se verá que todas estas instrucciones contemplan más la tierra que el desierto. Dos cosas se añaden con relación a esto, sobre las cuales dependerían todas sus bendiciones, separación del mal, y servir a Jehová su Dios. (versículos 24, 25).
Estas condiciones de bendición son inalterables. Son tan verdaderas ahora como lo eran con Israel. Los Tesalonicenses son descritos así como habiéndose convertido de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero. (1 de Tesalonicenses 1.9)
Cuando se trata de Dios, no puede haber complicidad con el mal. Él demanda todo lo que nosotros somos y tenemos, y cuando esta demanda es reconocida, Él puede bendecirnos conforme a los deseos de Su propio corazón. De este modo vienen después las bendiciones, bendiciones terrenales porque ellos eran un pueblo terrenal, pero bendiciones de este carácter sin restricción o límite.
Pongamos atención, además, al hecho de que Dios no pierde de vista nada que afecte a Su pueblo. Les dice que no echará a sus enemigos en un solo año, "para que no quede la tierra desierta, y se aumenten contra ti las fieras del campo." (versículo 29). Él los conduciría y los bendeciría en la medida que fuesen capaces de soportarlo.
Pero, ellos poseerían, a su debido tiempo, la extensión completa de su territorio "desde el Mar Rojo hasta el mar de los filisteos, y desde el desierto hasta el Eufrates" (versículo 31) una promesa que ¡lamentablemente! se perdió y jamás se realizó, exceptuando un breve período durante los reinados de David y Salomón (1º. Crónicas 18; 2º. Crónicas 9:26), debido a la infidelidad de Israel. Aun en el reinado de Salomón, en efecto, ello se cumplió sólo parcialmente; ya que quedaron aún Heteos, Amorreos, y Ferezeos, y Heveos, y Jebuzeos (2º. Crónicas 8. 7, 8) que no fueron echados.
Finalmente, la separación se ordena una vez más. No debe haber alianza con el pueblo de la tierra o con sus dioses; tampoco debían permitirles que habitaran en la tierra. De ser así, de cierto les harían pecar contra Jehová. No puede haber alianza entre el pueblo de Dios y Sus enemigos. "La amistad del mundo es enemistad contra Dios."

No hay comentarios:

Publicar un comentario