miércoles, 13 de julio de 2016

Leyendo... Éxodo capítulo 17

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LECTURA DIARIA:
Éxodo capítulo 17

Al llegar a Refidim faltó el agua de nuevo y el pueblo protestó diciendo que Moisés los había sacado de Egipto para matarlos de sed. Moisés creyó que esta vez lo apedrearían. Pero el Señor, pacientemente dijo a Moisés que se acompañara de algunos ancianos y con su vara golpeara la “peña de Horeb”. Así lo hizo Moisés y la crisis pasó.
Aquel lugar fue llamado Masah y Meriba, pues allí provocaron a Dios diciendo: “¿Está, pues Jehová entre nosotros, o no?”.
I Corintios 10.1-4, dice: “nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo.
Al llegar a Refidim, el pueblo de Amalec atacó a Israel.
Los amalecitas descendían de un nieto de Esaú (Génesis 36.12). Moisés designó a Josué para organizar la defensa. Por primera vez se menciona al que sería sucesor de Moisés y conquistaría la Tierra Prometida. Mientras tanto Moisés, Aarón y Hur subieron a orar.
Los versículos 11 y 12 ilustran el valor de la intercesión cuando hay crisis. En la lucha espiritual la oración es sumamente importante. Creemos que más que las manos alzadas, era la constancia en el orar lo que operaba que Israel prevaleciera. Y así venció. Contra Egipto sólo Dios peleó la batalla. Ahora Israel tuvo que hacerlo también.
Dios mandó a Moisés registrar la victoria, quizá para recordar el futuro juicio contra Amalec, ejecutado por Saúl (I Samuel 15.1-15). Moisés levantó allí un altar y lo llamó Jehová Nissi, “Jehová es mi Bandera”.
En Deuteronomio 25.17-19, se reitera el mandato de borrar la memoria de Amalec: pues “te salió al encuentro en el camino, y te desbarató la retaguardia de todos los débiles que iban detrás de ti, cuando tú estaban cansado y trabajado; y no tuvo temor de Dios”.

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