sábado, 9 de julio de 2016

Leyendo... Éxodo capítulo 13

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LECTURA DIARIA:
Éxodo capítulo 13

Dios reclamó como suyo a cada primogénito de los hijos de Israel y de sus animales. En el versículo 12 se reitera la obligación de dedicar a Jehová a “todo aquel que abriere matriz”; de humanos y de animales. Los primogénitos de los asnos, importantes para el transporte, podían redimirse sacrificando una oveja por ellos. Si no, debían matarse quebrándoles el cuello. Los niños primogénitos debían redimirse ofreciendo el sacrificio correspondiente. 
Éxodo nos recuerda que Israel fue adoptado, redimido, comprado, adquirido por Dios como Su pueblo, de entre los demás pueblos. Esto fue realizado con grandes prodigios, milagros y portentos, y debía ser recordado por siempre. 
La celebración de esta fiesta debía pasar de una generación a otra, para que la gente siempre recordase que Dios les había liberado de la esclavitud en Egipto.
Dios dijo: “Y será como una señal sobre tu mano, y como un memorial delante de tus ojos”. 
El camino más corto para que llegasen a la tierra que Dios les había prometido corría a lo largo de la costa marítima, pero los israelitas acababan de salir de la esclavitud y no estaban preparados para la guerra.
Así que Dios, por su gracia y misericordia, les condujo a través del desierto. Era una ruta más larga para aquella lejana tierra, pero les evitaría encuentros con enemigos y guerras. No tendrían que enfrentarse con enemigos hasta entrar en su nueva tierra. 
Al salir de Egipto Moisés llevó los huesos de José. José quería ser sepultado en la Tierra Prometida.
El Señor iba delante de ellos, de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos, a fin de que anduvieran de día y de noche. No quitó de delante del pueblo la columna de nube durante el día, ni la columna de fuego durante la noche.

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