UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
VIVIENDO
UN DÍA A LA VEZ
Estamos
recorriendo los últimos días de este año 2018 y es bueno hacer un balance de lo
que hemos hecho, los logros nos ayudan a seguir adelante, pero también tener en
cuenta aquellas cosas que no fueron buenas o debemos cambiar nos sirven para
mejorar y no repetirlas en el año entrante.
Jesús
enseñó a sus discípulos: “Por tanto os digo: no os afanéis por vuestra vida,
que comeréis; ni por el cuerpo, que vestiréis”. (Lucas 12.22).
El
hombre hoy en día tiende a vivir de una manera acelerada y desesperada por
alcanzar ciertos logros o metas, con el único propósito de vivir bien en lo
material, dejando de lado por completo lo espiritual, ya que para muchos lo
espiritual de nada sirve en el contexto del día a día.
Los
afanes en la humanidad solamente lo llevan por caminos de desesperación,
angustias, depresiones, y en algunos casos pueden llegar a provocar la muerte.
Por esto Jesús les advertía a su discípulos que no se afanaran por lo que
habrían de tener o comer al siguiente día, puesto que cada día trae sus propias
preocupaciones o bien sus propios logros.
Vivir
la vida en un ambiente de paz, de esperanza, de fe, es en verdad aprender a
vivir.
La
vida que DIOS nos ha regalado es un don que no podemos ni debemos desperdiciar.
En
vez de angustiarnos, tomemos las cosas con sabiduría; en vez desesperarnos
tomemos las cosas con calma; en vez de deprimirnos porque lo que creíamos era
un triunfo se convirtió en un fracaso, mejor pensemos que ese fracaso quizás es
la única forma que DIOS tiene para enseñarnos a levantarnos con mayor fuerza y
buscar la victoria.
Disfrutemos
de toda la belleza que nos rodea, veamos todo con optimismo, seamos
propositivo, alejemos de nosotros el mal humor y sonriamos con todos y por
todo.
Una
cara sonriente, es el reflejo de una persona que desborda hacia el exterior
toda la felicidad y el gozo que hay en su interior.
Una sonrisa, una simple sonrisa puede
transformar al mundo y nosotros como parte de este mundo podemos con nuestros
proyectos, sueños, esperanza, en fin de muchas cosas, podemos ayudar a cambiar
a muchos.
Jesús
dijo “Todo aquel que no sea como un niño, ese no entrará en el Reino de los
cielos”
¿Qué
quiso decir con esto?
Muy
simple que actuemos, pensemos, hablemos y nos comportemos como los hacen los
niños, es decir, viviendo y disfrutando su momento, ya que para él no importa
el mañana, en él no hay preocupación alguna, ni tampoco le corre prisa porque
se acabe este día ¡¡NO!!
En
la mente del niño solamente está el disfrutar y punto; él no se preocupa por su
ropa, su comida, sus gastos o sus útiles escolares, no, porque sabe que de eso se
encargará su padre.
Tenemos
un Padre celestial que nos ama y se ocupa de cada uno de nosotros y antes de
que le pidamos, Él ya sabe lo que necesitamos. ¡Qué maravilloso!
Pues
bien así debemos hacer nosotros, confiar en nuestro amado Padre Celestial, ya
que Él dejo una promesa en Filipenses 4.19. “Así que mi Dios les proveerá de
todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo
Jesús”.
Dios
les bendiga abundantemente.
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