LECTURA
DIARIA:
Zacarías
capítulo 6
La
visión final de los cuatro carros describe el control soberano de Dios sobre
toda la tierra.
Algunos comentaristas ven un paralelo entre los cuatro caballos
de este pasaje y los cuatro caballos de Apocalipsis 6. Sin embargo, aparte de
que tienen colores similares, el vínculo que los relacionaría no está claro.
Aún más, no parece que los diferentes colores signifiquen algo. De la misma
manera, la tierra del sur y la tierra del norte simbolizan a los gobiernos de
toda la tierra, y no a determinadas naciones modernas. El Espíritu de Dios se
ve como descansando sobre la tierra del norte porque en aquel tiempo Babilonia
era el mayor enemigo potencial de Israel. El número cuatro representa el dominio de Dios sobre los cuatro puntos cardinales. Los carros no se utilizaban como medio de transporte, sino de guerra. Por lo tanto, esta visión trata del juicio soberano de Dios sobre toda la tierra.
Los
cuatro carros eran similares a los cuatro jinetes de la primera visión. Estos
carros representan los cuatro ángeles del juicio de Dios sobre la tierra.
En
el versículo 5 se cambia el simbolismo, y en lugar de carros se habla de
espíritus, o vientos. Habiéndose ya referido a los cuatro vientos del cielo en
1.10, estos vientos puede que sean una alusión a los cuatro puntos cardinales.
El Espíritu Santo recorre toda la tierra para así cumplir el propósito de Dios.
El
carro con los caballos negros que salió hacia el norte ejecutó el castigo de
Dios en la región norteña del país. Dios estaba airado por el pecado y los
impíos y su ira se manifiesta en juicio.
La
visión del versículo 9 es acerca del Mesías, el Rey y Sacerdote. En los días de
los reyes y durante el cautiverio, el gobierno de Judá lo llevaban a cabo dos
personas distintas: el rey, que gobernaba la vida política de la nación, y el
sumo sacerdote, que gobernaba su vida religiosa. A menudo, tanto reyes como
sacerdotes eran corruptos. Dios le decía a Zacarías que vendría alguien que
gobernaría como Rey y Sacerdote; una combinación imposible en esos días. Este
Rey y Sacerdote, el Mesías, gobernaría sobre su pueblo y en los corazones de
quienes creyeran en El.
Ningún
sumo sacerdote del Antiguo Testamento fue jamás coronado rey. Aunque se le
permitía usar un turbante, no podía ceñir una corona. De manera que Josué
prefigura claramente a Aquel que llevaría la corona, cumpliendo los dos
oficios: de Rey y Sacerdote. Las muchas coronas probablemente se reflejan en
Apocalipsis 19:12, donde se dice que «había en su cabeza muchas diademas».
El
Mesías ejercerá sabia y armoniosamente ambos oficios, el de Rey y el de
Sacerdote.
La
reconstrucción del templo requería una obediencia fiel. Dios protegería al
pueblo mientras que lo obedeciera.
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