UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
LA
VICTORIA ES CRISTO
En
la Biblia, la palabra victoria se menciona por primera vez en este texto de 1
Samuel 15.29: “Porque Dios,
que es la gloria de Israel, no miente ni se arrepiente, pues no es un simple
hombre para arrepentirse”.
Aquí dice que
la Victoria no mentirá ni se arrepentirá. Ciertamente la victoria es una
persona.
La
victoria no es una cosa de experiencia, ni es un asunto; es una persona; es
Cristo.
No
es nuestra experiencia, sino una persona.
La
victoria no depende de lo que somos, sino que radica en que Cristo viva en
nuestro lugar. Es por esto que la victoria que tenemos no mentirá ni se
arrepentirá.
La
victoria se relaciona con una vida intercambiada, no con una vida
modificada. La victoria no significa que uno se corrige, sino que es
cambiado por otro.
Gálatas
2.20 dice: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas
vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, la vivo en la fe del Hijo
de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.
¿Qué
significa este versículo? Significa que nuestra vida es intercambiada. Nuestra
vida ya no está en la esfera del “yo”; el “yo” ya no tiene nada que ver con
nosotros.
No
se trata de un “yo” malo convertido en un “yo” bueno, ni de un “yo” sucio
convertido en un “yo” limpio; lo que dice es “ya no vivo yo”.
El
error más grave que cometemos hoy es pensar que la victoria supone un progreso
y que la derrota indica una ausencia de progreso. Es por esto que pensamos que
todo irá bien si no perdemos la paciencia o siempre que tengamos una comunión
íntima con el Señor. Creemos que si tenemos estas cosas, venceremos; pero
debemos recordar que la victoria no tiene nada que ver con nosotros. Nosotros
no tenemos ninguna participación en esta victoria.
Lo
que DIOS desea hacer es cambiar nuestra vida por otra. Esto no tiene nada que
ver con nosotros.
Entonces,
¿Qué es la victoria? La victoria no consiste en que cada uno de nosotros
venzamos, sino en que Cristo venza en nuestro lugar.
La
manera humana de obrar es una constante reparación. Siguiendo el método humano,
no hay posibilidad de intercambio; sólo existe la alternativa de reparar. Aun
en el Antiguo Testamento podemos ver que DIOS no repara ni remienda, sino que
reemplaza.
Isaías
61.3 dice: “A ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en
lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del
espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová,
para gloria suya”.
El
método de DIOS consiste en reemplazar. Dios no repara las cenizas, sino que las
reemplaza por gloria. El no cambia el luto, sino que lo reemplaza por gozo.
Esto
es lo que significa la santidad. Este es el significado de la perfección. Este
es el significado de la victoria. Esta es la vida del Hijo de Dios.
Desde
ahora en adelante, la mansedumbre de Cristo viene a ser mi mansedumbre. Su
santidad llega a ser mi santidad y Su comunión con DIOS la de cada uno de
nosotros.
Desde
ahora, no existe pecado tan grande que no podamos vencer, ni tentación tan grande
que no podamos soportar.
¡La
victoria es Cristo, no yo!
¿Habrá
un pecado tan grande que Cristo no pueda vencer? ¿Existe alguna tentación tan
grande que Cristo no pueda superar? ¡Gloria al Señor! Ya no tengamos temor. De
ahora en adelante: no ya yo, más Cristo vive en mí.
Dios
les bendiga abundantemente.
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