UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
LA
IMPORTANCIA DE UTILIZAR BIEN NUESTROS RECURSOS
Hay
muchas y muy variadas formas de robar al prójimo, así como hay gran diversidad
de modos de robar a DIOS.
Pero quizás hemos meditado poco sobre las formas en
que nos robamos a nosotros mismos.
Una
mala administración de nuestros recursos puede llevarnos a entregar nuestro
dinero alegremente sin darnos cuenta. Es común escuchar a muchas personas decir
que se niega a dar el diezmo a DIOS porque es un robo desvergonzado, sin
embargo, esas mismas personas cuando compran cosas a crédito entregan
mucho más del diez por ciento a las tarjetas.
Las
tarjetas de crédito más populares entre las clases media y baja y que se precia
de haber sido hecha para hacer más fácil la vida de la gente, cobran un interés
muy alto por mes, aunque muchos creen que tienen “3 meses sin intereses”.
Muchas
tarjetas juegan al monto mínimo, con lo que las personas son impulsadas a pagar
mensualmente solo una cantidad pequeña mensualmente a la tarjeta, dejando el
resto de la deuda para luego. Lo que no advierten es que aquello que queda da
intereses al banco y que los intereses sobre los intereses van haciendo de la
deuda un ciclo acumulativo que cada vez se vuelve más difícil de pagar.
En
la Biblia encontramos serias restricciones al endeudamiento, la segunda parte
de Proverbios 22.7 dice:…” y el
deudor es esclavo del acreedor”.
De
hecho, era mal visto el hombre que prestaba con intereses. “Si le prestas dinero a alguna persona
pobre de mi pueblo que viva contigo, no te portes con ella como un prestamista,
ni le cobres intereses”. (Éxodo 22.25)
Hoy
en día, sin embargo, nuestra economía se sostiene sobre la base del préstamo y
los intereses.
Pero
además, y cada vez con mayor énfasis, sobre la base del consumo. No podemos
salir a la calle sin sentirnos invadidos de publicidad que nos impulsa a
comprar cosas que no necesitamos.
DIOS
insistentemente nos lleva a cuidar nuestras finanzas. Nos advierte que somos
administradores o mayordomos de lo que recibimos de su gracia y que debemos
saber utilizarlo sabiamente para el bienestar personal, de nuestra familia y de
nuestro prójimo.
Un mayordomo, es aquel que administra los bienes de otros. Si
cambiamos la perspectiva acerca de lo que tenemos, sabiendo que nada es nuestro
sino que todo le pertenece a DIOS, ahí nos convertimos en mayordomos.
David decía en 1 Crónicas 29.14: “Pues, ¿quién
soy yo y qué es mi pueblo para que seamos capaces de ofrecerte tantas cosas? En
realidad, todo viene de ti y sólo te damos lo que de ti hemos recibido”.
El
hecho de que no podamos ayudar a otros, o que no seamos capaces de dar nuestros
diezmos conforme a lo que dice las Escrituras porque no alcanza el dinero (es
lo que muchas veces escuchamos), parte del hecho de que no somos buenos administradores
de lo que hemos recibido.
El
primer paso para no robar a nuestro prójimo ni robar a DIOS es no robarnos a
nosotros mismos por medio de gastos innecesarios, pagos a crédito que comen
nuestros recursos falta del hábito de la buena administración financiera.
Antes
que una acción emotiva un domingo por la mañana en la cual me decido a dar un
gran cantidad excepcional para la iglesia, lo que DIOS requiere de nosotros es
que administremos bien nuestros recursos y que destinemos una cantidad
porcentual a DIOS así como a nuestro prójimo.
DIOS
nos guíe siempre a ser buenos administradores de los dones que recibimos de él.
Dios
les bendiga abundantemente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario