LECTURA
DIARIA:
Zacarías
capítulo 7
Los
líderes de Israel se acercaron a los sacerdotes para consultar sobre el ayuno.
Los
ayunos especificados en este capítulo se refieren a ayunos que recordaban
hechos trágicos en la vida del pueblo. En el ayuno del mes quinto se recordaba
la destrucción de Jerusalén y del templo a manos del rey Nabucodonosor de
Babilonia. En el mes séptimo recordaban el asesinato de Gedalías a manos de
Ismael, hijo de Netanías, con el cual había muerto también el remanente que
había quedado en su tierra.
Ninguno
de estos ayunos se hacía con el objeto de agradar a Dios; todos fueron para
recordar la aflicción, el dolor producido por esos momentos de tragedia
nacional.
Ahora
que Jerusalén se estaba reconstruyendo, acudieron al templo para preguntar si
debían continuar con esta fiesta anual. Dios no respondió su pregunta en forma
directa. En vez de eso, les dijo que su conducta era más importante que sus
fiestas religiosas. Lo que quería de su pueblo era el juicio según la verdad y
que hiciera misericordia y piedad con los débiles.
Zacarías aprovecha la pregunta teológica para recordarle a Judá que la cuestión importante del ayuno son los motivos y las actitudes.
Zacarías aprovecha la pregunta teológica para recordarle a Judá que la cuestión importante del ayuno son los motivos y las actitudes.
Los
israelitas perdieron su deseo sincero hacia Dios. Zacarías les dijo que
celebraban ritos religiosos, tales como el ayuno o las festividades santas, sin
la actitud, el arrepentimiento ni la adoración adecuada. Realizaban estos ritos
sin pensar en Dios.
Zacarías
explicó al pueblo que sus antepasados provocaron el gran enojo de Dios sobre
ellos mismos al endurecer sus corazones. Zacarías comparó las actitudes
provocadas por esto con la sustancia más dura que los judíos conocían: el
pedernal.
Al
rehusar poner oídos a la Palabra del Señor, Dios los esparció con torbellino
por todas las naciones
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