UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
LA
IMPORTANCIA DE UTILIZAR BIEN EL TIEMPO
Saber
administrar el tiempo no era algo que preocupaba en gran medida a las
sociedades antiguas.
Es cierto que se debía evitar la pereza que mina el tiempo
que puede ser invertido en el trabajo como advierte el libro de Proverbios:
“Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás del sueño?
Un poco de sueño, dormitar otro poco, y otro poco descansar mano sobre mano:
así te llegará la miseria como un vagabundo, la pobreza como un hombre armado.”
(Proverbios 6.9-11).
Hoy
en día, las cosas avanzan a una celeridad tal que se ha vuelto cada vez
más imperioso saber administrar el tiempo. Un día, una hora o un
minuto desperdiciado puede implicar un gran inconveniente para nuestro
trabajo, nuestros estudios o nuestra familia.
El
uso excesivo del tiempo invertido en el trabajo puede cobrarnos a la larga por
medio de una crisis en nuestra familia. El exceso de tiempo invertido en las
distracciones puede ocasionar serias pérdidas financieras para el hogar y consecuentemente,
continuas peleas matrimoniales.
No
podemos alargar las horas del día para darnos abasto con todas las obligaciones
tanto laborales como familiares y de otra índole que tenemos, pero sí podemos
aprender a administrar correctamente nuestro tiempo.
Una
mala administración del tiempo es, en muchos casos, el fruto de un descuidado
uso de este bien. No saber en qué nos hallamos gastando nuestro tiempo nos
lleva a usar más de lo necesario en tareas sin importancia.
El
tiempo que dediquemos a nuestra familia es muy importante, nuestros hijos son
la mejor inversión.
Otro
elemento que debemos considerar es el crecimiento personal. Nosotros
necesitamos crecer en aquello en lo que somos buenos. Si nos esforzamos por
darle capacitación a nuestras habilidades, lo más probable es que a la larga
tengamos una habilidad con un plus de capacitaciones que harán nuestra hora de
trabajo más valiosa.
Finalmente,
nuestro tiempo dedicado a DIOS, por lo general suele ser el que más sufre de
nuestra inadecuada administración del tiempo. Por lo general dedicamos entre 80
y 140 horas al año a DIOS. El primer caso (80) es el de quienes únicamente
asisten a la iglesia. El segundo caso (140) es el de aquellos que asisten y
dedican de cinco a diez minutos diarios a la oración. Estos tiempos equivalen a
menos del 4% del tiempo libre con que contamos. Sobre el tema del valor de esta
inversión, quizás sea suficiente con mencionar las palabras de Jesús al
respecto: “De nada sirve que una persona gane en este mundo todo lo que
quiera, si al fin de cuentas pierde su vida”. (Mateo 16.26).
Quizás
se trate de la más grande inversión de todas. Esta equivale al crecimiento
total de nuestra persona, al fortalecimiento de nuestra familia y al sustento
en tiempos buenos y en tiempos de crisis.
Aunque
sólo a algunos pide DIOS que abandonen los asuntos de este mundo y se dediquen
de lleno a su obra, todos podemos ser beneficiados con el tiempo que entregamos
al Señor.
Evidentemente,
esto no quiere decir que abandonemos nuestros trabajos por dedicarnos al
ministerio, a menos que hayamos recibido de DIOS dicho llamado, pero sí que
sepamos aprovechar nuestro tiempo en este crecimiento total de nuestra vida que
implican la lectura de su palabra, la oración y el discipulado.
Dios
les bendiga abundantemente.
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