UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
¡LA
VICTORIA EN CRISTO SE VIVE!
En 1
Corintios 1.30 el apóstol Pablo: “Mas por El estáis vosotros en Cristo Jesús,
el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y
redención”.
Este
versículo dice que DIOS ha hecho a Cristo tres cosas: (1) justificación, (2)
santificación y (3) redención.
¿Cuándo
hizo Dios a Cristo nuestra justificación?
Cuando Cristo murió en la cruz. En ese momento
recibimos a Cristo como nuestra justicia.
Recibir
al Señor como justicia fue algo instantáneo. De la misma forma, recibir al
Señor como nuestra santificación, es algo instantáneo. Si tratamos de progresar
lentamente, esperando que algún día lleguemos a la santificación, nunca
llegaremos. Aquellos que traten de establecer su propia justicia nunca serán
salvos. De igual manera, los que traten de establecer su propia santificación,
nunca vencerán.
¿Cuál
es la diferencia entre recibir y lograr? La única diferencia radica en el
tiempo: la primera es instantánea, mientras que la segunda es gradual.
Para
muchas personas nada que no sea un milagro puede librarlos de su iniquidad.
Muchas personas no son sensibles a sus fracasos; no perciben cuán desesperada
es su situación. Otros se han rendido ante la imposibilidad de abandonar su mal
genio, su orgullo o su forma de ser.
Saben
que nunca lograrán vencer a menos que DIOS haga un milagro en ellos. El método
del hombre consiste en reprimir el pecado, pero el de DIOS consiste en hacer un
milagro quitando al viejo hombre y limpiando todo el corazón.
DIOS
puede vencer todos nuestros pecados. Cuando El hace un milagro, todo llega a
ser posible.
El
resultado de una vida vencedora es una vida que se expresa no una vida que se
reprime.
Toda
la amargura permanece encerrada en una vida reprimida.
¡Pero
demos gloria al Señor! Nuestra victoria es una vida de expresión, no una vida
de represión. Una vida de expresión manifiesta en el vivir lo que uno ya ha
obtenido, esto es lo que quiere decir Filipenses 2.12, 13: “Hagan efectiva
su propia salvación con profunda reverencia; pues Dios, según su bondadosa
determinación, es quien hace nacer en ustedes los buenos deseos y quien los
ayuda a llevarlos a cabo”.
Antes
tratábamos de escondernos todo lo que pudiéramos, pero ahora la victoria de
Cristo se puede expresar. Cristo vive en nosotros, y lo expresamos a Él en
nuestro vivir delante de los hombres.
A
muchas personas no les importa estar sucios por dentro, pero por no les gusta
estar sucios por fuera. Los ojos de los hombres no pueden ver los pensamientos
ni las intenciones de nuestro corazón. Creemos que somos victoriosos. Es
posible que otros nos alaben por nuestra humildad; hasta podemos pensar que en
realidad lo somos.
Es
posible que tengamos la apariencia de ser muy pacientes, pero en realidad todo
yace escondido en el interior.
Sólo
puede haber victoria cuando nosotros salimos y Cristo entra. La victoria es
algo que se expresa.
La
vida cristiana es diferente a todas las religiones. La diferencia no radica
meramente en la cruz sino en el hecho de que tenemos a un Cristo viviente en
nosotros.
Podemos
predicar una doctrina de redención y también a un Cristo vivo.
Una
vida vencedora no es otra cosa que Cristo mismo.
Dios
les bendiga abundantemente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario