LECTURA
DIARIA:
Zacarías
capítulo 12
Este
pasaje describe el juicio de Dios contra las naciones que atacan a Jerusalén.
Tanto Jerusalén como Israel representan a todo el pueblo de Dios; todos los
pueblos de alrededor son enemigos físicos y espirituales de su pueblo. Dios
juzga (heriré) de muchas maneras, como se ejemplifica en la totalidad de la
historia bíblica. El Armagedón puede que constituya la mayor manifestación y el
clímax del juicio divino.
El
versículo 3 habla de una gran batalla futura en contra de Jerusalén. Algunos
dicen que es el Armagedón, la última gran batalla en la tierra. Los que van en
contra del pueblo de Dios no prevalecerán para siempre. Algún día se abolirá de
una vez y para siempre el mal, el sufrimiento y la opresión.
Así
como el agua corre colina abajo, la influencia de una ciudad por lo general
corre hacia sus alrededores. Pero esta vez, el resto de Judá tendría prioridad
sobre Jerusalén para que así el pueblo de Jerusalén no se ensoberbeciera.
El
derramamiento del espíritu de gracia y de oración (súplica) trae consigo
persuasión y arrepentimiento. Tanto «gracia» como «súplica» proceden de la
misma raíz hebrea, que significa «ser amable con alguien». El Espíritu Santo
pone fin a cualquier hostilidad hacia el Mesías, haciendo que los moradores de
Jerusalén se muestren receptivos hacia él.
Los
últimos versículos muestran la gran aflicción futura del pueblo escogido por
haber traspasado al mismo Dios (mirarán a mí , a quien traspasaron). La alusión
a Isaías 53 es obvia; se refiere a un suceso futuro en la vida del Mesías y
coincide con muchas de las cosas que dice Ezequiel 36. Juan aplica este pasaje
directamente a Jesucristo en el momento de su crucifixión.
Al
final, toda la gente se dará cuenta de que Jesús, el hombre al que traspasaron
y murió, era en verdad el Mesías. Habrá un despertar y un avivamiento. El
Mesías crucificado se revelará claramente.
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