LECTURA
DIARIA:
Hageo
capítulo 1
La
fecha que con toda precisión se ofrece sobre el año en que Hageo recibió el
mensaje de Dios, ubica el ministerio del profeta entre quienes retornaron del
exilio durante un período de cuatro meses en el 520 a.C.
El mensaje viene del
Señor por medio de Hageo a Zorobabel y Josué, y está dirigido a todo el pueblo,
y llama a una colaboración entre el liderazgo profético, el sacerdocio y el
liderazgo político, teniendo en cuenta que la voluntad de Dios se cumple en su
pueblo.
Zorobabel,
gobernador de Judá y Josué, el sumo sacerdote, eran los principales líderes en
la reconstrucción del templo. Ya habían vuelto a levantar el altar, pero la
obra se había retrasado. Hageo envió una carta de aliento a estos líderes
sobresalientes.
Hageo
quería alentar al pueblo para que terminara la reconstrucción del templo.
El
pueblo, aunque negligente en la construcción del templo, embelleció sus propias
casas cubriendo las paredes con costosos paneles, como en el templo de Salomón,
donde «todo era cedro; ninguna piedra se veía»
Dios
preguntó a su pueblo, “¿Cómo pueden vivir en el lujo cuando mi casa está en
ruinas?” El templo era un símbolo de la relación de Judá con Dios, sin embargo
todavía permanecía sin terminar. Mientras más arduamente el pueblo trabajaba
para sí mismo, menos tenía, porque ignoraba su vida espiritual.
Aparentemente
el pueblo invocaba los problemas de la pobreza, el hambre, la escasez, y la
devaluación de la moneda, como excusa para no terminar el templo. Por ello se
anuncia el juicio de Dios.
Debido
a que el pueblo no había puesto a Dios en el primer lugar de su vida y sus
posesiones materiales no lo satisfacían. Se concentraron en construir y
embellecer sus propias casas, pero la bendición de Dios fue aplazada ya que Él
no estaba en el primer lugar de su vida.
La
misma naturaleza refleja el juicio divino cuando se ignora la voluntad de Dios.
Grano,
uvas y olivos eran la principal cosecha de Israel en este tiempo.
El
mensaje del profeta se complementa con la intervención directa de Dios, quien
despertó los corazones dormidos y renovó los deseos de todos de hacer su
voluntad. El resultado fue que los constructores reiniciaron la obra con gran
energía.
Dios
despertó el espíritu de Zorobabel y le incitó para que reparara el templo de
Dios.
El
pueblo comenzó la reconstrucción del templo tan sólo 23 días después del primer
mensaje de Hageo. Era muy raro que el mensaje de un profeta produjera una
respuesta tan rápida.
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