LECTURA
DIARIA:
Nahúm
capítulo 3
Se
califica la maldad de Asiria vívidamente. Nínive fue ciertamente una ciudad
sanguinaria, culpable de derramar la sangre inocente de multitud de víctimas.
La riqueza y poder hicieron de Nínive un aliado seductor, pero en realidad se
trataba de una ramera que exigía un fuerte pago por sus servicios
Nínive
utilizó su belleza, prestigio y poder para seducir a otras naciones. Como una
prostituta, las sedujo para que cayeran en falsas amistades. Luego, cuando las
naciones bajaron la guardia pensando que Asiria era su amiga, esta las destruyó
y saqueó. Hermosa e impresionante en su exterior, Nínive era inmoral y
traicionera en su interior.
Nínive
recibe el castigo de una prostituta y una adúltera: exposición y condena
públicas.
Amón
era el supremo dios de Egipto. Tebas significa «ciudad de Amón». Estaba ubicada
en el curso superior del Nilo, alrededor de 560 km al sur del Cairo moderno, y
fue el centro del imperio egipcio durante más de 1.400 años, hasta que Asiria
lo conquistó en el 663 a.C. Estaba rodeada de canales y templos sagrados, como
Nínive, y se vanagloriaba de aliados como Fut y Libia.
La
grandeza de Tebas era algo legendario. Nahúm la menciona como un recordatorio
de que aun los más grandes caen.
Tebas
era una ciudad de Egipto, ex potencia mundial, que se cruzó en el camino de la
expansión de Asiria hacia el sur. Los asirios conquistaron Tebas cincuenta y un
años antes de darse esta profecía. Para Judá, rodeada al norte y al sur por
Asiria, la situación parecía desesperada. Sin embargo, Dios dijo que las mismas
cosas horribles que le sucedieron a Tebas le ocurrirían a Nínive.
El
castigo infligido a Tebas por Asiria caería ahora sobre Nínive.
Nínive
estaba madura para el juicio, y sus enemigos ansiosos de participar del botín.
La conquista es tan fácil como el sacudir el fruto maduro de una higuera.
El
agua siempre estaba entre los objetivos del enemigo; la falta de agua
debilitaría cualquier esfuerzo defensivo. Para reparar las fortificaciones
dañadas hacía falta reforzar el horno donde se cocían los ladrillos.
Todo
el frenético esfuerzo fue en vano. Antiguas fuentes indican que el monarca
asirio murió y el fuego consumió su palacio.
Los
pastores son dirigentes, gente de quienes el rey depende. Pero en lugar de
acudir a defender a Nínive, durmieron el sueño de la muerte. Sin líderes, el
pueblo se derramó: La «ciudad reina» del antiguo Oriente había perdido a todos
sus súbditos.
Los
que tienen hambre de poder serán grandemente destruidos, como lo fue el
poderoso Imperio Asirio.
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