LECTURA
DIARIA:
Zacarías
capítulo 11
La
lección principal es que si el pueblo no escucha a un buen líder, seguramente
tendrá que sufrir a muchos líderes malos (los tres pastores).
Las
interpretaciones de los detalles de este pasaje varían ampliamente.
En
este mensaje, Dios pide a Zacarías que interprete el papel de dos tipos
diferentes de pastores. El primero tenía que demostrar cómo Dios rechazaría a
su pueblo (las ovejas) debido a que lo rechazaron a Él (el pastor). El segundo
pastor tenía que demostrar cómo Dios entregaría a su pueblo a pastores
malvados.
Dios
dijo a Zacarías que realizara el trabajo de pastor de un rebaño engordado para
matadero. El rebaño representaba al pueblo alimentado de su propia codicia y
deseos malvados hasta que estuvieran listos para el juicio de Dios.
El
pastor utiliza dos cayados para realizar su labor; Gracia representa la bondad
con que Dios protege su rebaño, y Ataduras indica su deseo de mantenerlo unido.
Zacarías
tomó dos cayados y los llamó Gracia y Ataduras; partió en dos el primero
(“Gracia”) para mostrar que el pacto misericordioso de Dios con su pueblo
estaba roto y luego rompió el segundo (“Ataduras”) para mostrar que “el lazo de
unión entre Judá e Israel quedaba roto”
La
identidad de los tres pastores malvados se desconoce, pero Dios sabía que no
eran capaces para pastorear a su pueblo y por lo tanto El los quitó.
Pagarle
a este pastor treinta piezas de plata, como dice el versículo 12, era un
insulto, este era el precio que el dueño de un buey pagaba si un animal
acorneaba a un esclavo. Además, por esta cantidad Judas traicionó a Jesús. Al
precioso Mesías lo vendieron por el precio de un esclavo.
Treinta
piezas de plata era el precio de un esclavo.
Debido
a que rechazaron al Mesías, Dios los rechazaría, y esto simbolizó Zacarías
rompiendo el cayado llamado Ataduras. No pasó mucho tiempo después de los días
de Zacarías, cuando los judíos comenzaron a dividirse en numerosas facciones:
fariseos, saduceos, esenios, herodianos, zelotes. La discordia entre estos
grupos fue un factor determinante en la destrucción de Jerusalén en 70 d.C.
Israel
no solo rechazaría al verdadero Pastor; sino que aceptaría en su lugar a un
pastor impío (insensato). Este pastor serviría solo a sus intereses en lugar de
preocuparse por las necesidades de su rebaño y lo destruiría en vez de
defenderlo. “Ay” es su condenación merecida. Debido a que confió en su brazo
(poder militar) y en su ojo (intelecto), Dios destruiría ambas áreas.
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