jueves, 31 de mayo de 2018

Un momento... MIREMOS BIEN LO QUE HACEMOS



UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
MIREMOS BIEN LO QUE HACEMOS

Hay grandes empresas de automóviles que reconocen las fallas de ciertas marcas de automóviles 5 o 10 años después de haber sido lanzados al mercado. Estas son fallas que en el camino se dieron cuenta de su existencia, pero no fueron provocadas deliberadamente.
Con todo, ellos se hacen responsables de los daños y perjuicios aun cuando no son responsables en acción deliberada, pero si por el hecho de ser los creadores de los vehículos. Sin embargo, hay otro tipo de empresas que lanzan sus productos al mercado conscientes de alguna avería, defecto, o falla, que puede causar desde un daño liviano hasta la paralización del cuerpo de una persona.
Algunas veces, las personas, hacemos o decimos cosas sin pensar en que esto puede afectar a muchas otras personas. A veces hacemos o decimos las cosas inconscientemente, por lo cual podríamos estar eximidos de una parte de la culpa, pero otras veces, lo hacemos sabedores de que esto traerá consecuencias que no solo caerán en uno mismo sino en todos los que nos rodean, y eso creo que no es justo. Sin embargo, las cosas van más allá, cuando hacemos cosas deliberadamente, con clara intención de afectar a otros, lo cual es inaceptable y aborrecido por Dios.
Es necesario reconocer que cada uno es responsable de lo que dice y hace, pero también de los resultados y las consecuencias. DIOS ve los pensamientos, sentimientos y acciones de cada uno y él sabe si estos son producidos por una acción deliberada o contienen un buen porcentaje de buena fe, de buena intención, y el propósito de beneficiar a los demás.
El rey David en el Salmo 69 ha llegado a la comprensión de que por su culpa, errores, y fallas, no solo él está sufriendo desde el alma hasta sus huesos la tortura del sentimiento de culpa, la soledad, la presión, el señalamiento y hasta el aparente abandono de DIOS al no responder a sus oraciones sino que todos los que le rodean, a los que él ama, también son alcanzados por su maldad.
Es por ello que, en los versículos 5 al 12, al salmista ruega a DIOS, que su familia, sus hermanos, sus amigos, los que le rodean no tienen por qué ser avergonzados y confundidos todos los que confían, aman, temen y buscan a DIOS. Ellos no tienen culpa de nada, el único culpable es David.
Este reconocimiento no debe ser después de nuestras acciones, sino antes de hacerlas.
Cada vez que pensemos hacer algo debemos preguntarnos si ese algo agrada a DIOS, eso nos ayudará a crecer espiritualmente, beneficiará a nuestra familia, contribuirá al crecimiento de los demás, y esto finalmente ayudará para que el nombre de DIOS sea dado a conocer al mundo entero.
Siempre que pensemos, sintamos, y decidamos hacer alguna cosa, pensemos si esto nos beneficiara a nosotros y a todos los que nos rodean.
Hacer algo sin pensar los daños y perjuicios que esto traerá al prójimo, no solo es falta de responsabilidad sino que es un procedimiento que DIOS aborrece.
No hagamos nada de lo cual mañana nos arrepentiremos, mejor reflexionemos hoy de hacer algo para que mañana podamos dormir tranquilo, levantar la frente con libertad y saludar a todos con una sonrisa.
Mucho de lo que debemos dejar de hacer, es probable que nos guste, lo deseemos, y siempre hemos querido hacer, y que casi parece bueno ante DIOS y ante los demás.
Por favor, renunciemos, y no hagamos cosas buenas que parecen malas, y no hagas cosas malas que creemos que son buenas. Hagamos siempre las cosas que son buenas, dignas de buen nombre, que tienen virtud, las que agradan a DIOS y edifican a los demás.
Dios les bendiga abundantemente.

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