UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
MIREMOS
BIEN LO QUE HACEMOS
Hay
grandes empresas de automóviles que reconocen las fallas de ciertas marcas de
automóviles 5 o 10 años después de haber sido lanzados al mercado. Estas son
fallas que en el camino se dieron cuenta de su existencia, pero no fueron
provocadas deliberadamente.
Con todo, ellos se hacen responsables de los daños
y perjuicios aun cuando no son responsables en acción deliberada, pero si por
el hecho de ser los creadores de los vehículos. Sin embargo, hay otro tipo de
empresas que lanzan sus productos al mercado conscientes de alguna avería,
defecto, o falla, que puede causar desde un daño liviano hasta la paralización
del cuerpo de una persona.
Algunas
veces, las personas, hacemos o decimos cosas sin pensar en que esto puede
afectar a muchas otras personas. A veces hacemos o decimos las cosas
inconscientemente, por lo cual podríamos estar eximidos de una parte de la
culpa, pero otras veces, lo hacemos sabedores de que esto traerá consecuencias
que no solo caerán en uno mismo sino en todos los que nos rodean, y eso creo
que no es justo. Sin embargo, las cosas van más allá, cuando hacemos cosas
deliberadamente, con clara intención de afectar a otros, lo cual es inaceptable
y aborrecido por Dios.
Es
necesario reconocer que cada uno es responsable de lo que dice y hace, pero
también de los resultados y las consecuencias. DIOS ve los pensamientos,
sentimientos y acciones de cada uno y él sabe si estos son producidos por una
acción deliberada o contienen un buen porcentaje de buena fe, de buena
intención, y el propósito de beneficiar a los demás.
El
rey David en el Salmo 69 ha llegado a la comprensión de que por su culpa,
errores, y fallas, no solo él está sufriendo desde el alma hasta sus huesos la
tortura del sentimiento de culpa, la soledad, la presión, el señalamiento y hasta
el aparente abandono de DIOS al no responder a sus oraciones sino que todos los
que le rodean, a los que él ama, también son alcanzados por su maldad.
Es
por ello que, en los versículos 5 al 12, al salmista ruega a DIOS, que su
familia, sus hermanos, sus amigos, los que le rodean no tienen por qué ser
avergonzados y confundidos todos los que confían, aman, temen y buscan a DIOS.
Ellos no tienen culpa de nada, el único culpable es David.
Este
reconocimiento no debe ser después de nuestras acciones, sino antes de
hacerlas.
Cada
vez que pensemos hacer algo debemos preguntarnos si ese algo agrada a DIOS, eso
nos ayudará a crecer espiritualmente, beneficiará a nuestra familia, contribuirá
al crecimiento de los demás, y esto finalmente ayudará para que el nombre de
DIOS sea dado a conocer al mundo entero.
Siempre
que pensemos, sintamos, y decidamos hacer alguna cosa, pensemos si esto nos
beneficiara a nosotros y a todos los que nos rodean.
Hacer
algo sin pensar los daños y perjuicios que esto traerá al prójimo, no solo es
falta de responsabilidad sino que es un procedimiento que DIOS aborrece.
No
hagamos nada de lo cual mañana nos arrepentiremos, mejor reflexionemos hoy de
hacer algo para que mañana podamos dormir tranquilo, levantar la frente con
libertad y saludar a todos con una sonrisa.
Mucho
de lo que debemos dejar de hacer, es probable que nos guste, lo deseemos, y
siempre hemos querido hacer, y que casi parece bueno ante DIOS y ante los
demás.
Por
favor, renunciemos, y no hagamos cosas buenas que parecen malas, y no hagas
cosas malas que creemos que son buenas. Hagamos siempre las cosas que son
buenas, dignas de buen nombre, que tienen virtud, las que agradan a DIOS y
edifican a los demás.
Dios
les bendiga abundantemente.
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