UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
LA
REBELDÍA ES SORDA Y MUDA
El
pueblo de Israel es el pueblo más rebelde de toda la historia siendo el más favorecido
por parte de Dios. Entre más los bendecía DIOS más desobedecía y se rebelaban contra
las instrucciones de DIOS.
Si
una persona desobedece una vez no es etiquetado de desobediente, pero si el
desobedecer es un hábito de todos los días, esta persona se hace merecedora del
adjetivo desobediente. Cuando una persona desobedece solo como un hábito
deliberado e impulsado por capricho, legalismo, oposición, rivalidad, egoísmo,
envidia, autosuficiencia, jactancia, vanidad, descaro, y hasta enemistad, eso
ya no es solo desobediencia, sino desacato, rebeldía. Quien está controlado por
la rebeldía pierde la capacidad del uso adecuado de sus sentidos y llega a
pensar que solo él tiene razón y que lo que está defendiendo es la verdad y los
demás están errados.
Ezequiel
nos describe la rebeldía a la que había llegado el pueblo de Israel aun estando
bajo castigo. Ezequiel 12.1-2 lo muestra claramente: “El Señor se dirigió a mí
y me dijo: “Tú, hombre, vives en medio de un pueblo rebelde. Tienen ojos para
ver, pero no ven; y oídos para oír, pero no oyen, porque son un pueblo
rebelde”.
La
rebeldía es el resultado paulatino de la actitud de una persona, grupo, o
pueblo que inicia manifestando insatisfacción con lo que tiene, porque tiene
mucho, pero ya no le agrada o le gusta o le satisface.
Desobedece
una vez por ignorancia o descuido pero sin mala intención, sin embargo lo
repite una segunda y tercera vez pero ya premeditado porque le pareció que da
buenos resultados hasta que se convierte en un hábito.
Cuando
alguien es desobediente por costumbre se convierte en el mejor candidato para
ser un rebelde, porque comienza a expresar su desacuerdo, su negativa, y su
oposición hacia todo aquello que no le parece aun cuando sea injusto.
El
pueblo de Israel fue llevado en cautiverio por desobediente, sin embargo,
estando en cautividad continua siendo desobediente estando en una condición de
castigo o cautividad.
A
veces se desobedece porque no se tiene conocimiento, o porque es malo lo que se
nos dice que obedezcamos, o porque va en contra de la moral y la ética. Pero en
el caso de los judíos, ellos desobedecían lo que ya conocían, ellos
desobedecían lo que sabían que era bueno, justo, lo que DIOS les daba. Jamás
DIOS los obligó a hacer algo en contra de la moral, o la ética, al contrario,
siempre les motivo a hacer lo que es bueno, honesto, recto, justo, e íntegro.
La
rebeldía nos hace perder la capacidad del uso adecuado de los sentidos. Y eso
no solo les pasó a los judíos, eso nos puede pasar a todos. Cuando hacemos
cosas que anticipadamente sabemos que no son correctas, que van en contra de
DIOS, y a pesar de eso lo hacemos deliberadamente, es porque nuestros sentidos
han perdido su capacidad que DIOS les dio.
Los
israelitas miraban pero no veían, oían pero no escuchaban. El rebelde no puede
ver todo lo que DIOS hace, es más, se atreve a decir que no hay DIOS. Un ateo
es un claro rebelde, porque sabiendo que existe DIOS pero lo niega. Hay
cristianos rebeldes porque sabiendo lo que deben hacer no lo hacen
sencillamente porque no quiere, no le da ganas, o porque les gusta llevar la
contraria, o guardan dentro de ellos sentimientos de envidia, rencor, celos, jactancia,
o resentimiento.
Llegar
a la rebeldía es muy doloroso para DIOS, triste para la fe, y peligroso para el
rebelde, porque de DIOS nadie se burla, y se puede enojar.
Al
pueblo de Israel por su rebeldía lo dejo 40 años en el desierto para que
aprendiera, pero luego por su misma rebeldía, cabeza dura, los envió en calidad
de cautivos a Babilonia. El colmo de todo, aun estando bajo pena de castigo,
continúa siendo rebelde, en este punto es que no miran aunque ve, oyen pero no
escuchan, son ciegos y sordos espirituales.
La
rebeldía cristiana es no hacer todo aquello que DIOS manda que hagamos porque
simplemente no quieren, porque si lo saben.
La
rebeldía es ciega y sorda, tengamos cuidado porque es contagiosa.
Dios
les bendiga abundantemente.
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