LECTURA
DIARIA:
Isaías
capítulo 44
El
reproche se convierte en promesa de bendición. Jesurún es un término poético
aplicado a Israel.
El
tiempo vendrá cuando Israel se enorgullecerá de pertenecer a Dios.
El
profeta pronuncia otra advertencia contra la idolatría.
Este
capítulo muestra el absurdo de la idolatría en comparación con el culto al
único Dios verdadero y confiable, Jehová, el Fuerte
Aquí
Isaías describe cómo el pueblo hizo sus Dioses.
Qué
absurdo resulta hacer un Dios del mismo árbol que nos da leña. ¿Creamos
nuestros Dioses: dinero, fama o poder? Si creamos un Dios de nuestra elección,
nos engañamos y no podemos esperar que mejore nuestra vida.
Dios
dijo que debemos servir a nuestro Creador. Los idólatras hacen lo opuesto:
sirven o adoran lo que han creado en vez de adorar o servir al Único que los
creó. Nuestro Creador pagó el precio por librarnos de los pecados que cometimos
en su contra. Ningún ídolo, sin embargo, creó alguna vez a alguien ni puede
redimirnos de nuestros pecados.
Los
adivinos eran personas que decían recibir mensajes de los Dioses. Los agoreros
eran los que inventaban augurios para su beneficio. Porque Dios es verdadero,
El mismo es la norma de toda enseñanza, por lo tanto, podemos confiar en su
Palabra como verdad absoluta.
Dios
condenó a los falsos profetas porque daban consejos contrarios al suyo.
Isaías,
quien vivió aproximadamente del 740-681 a.C., llamó a Ciro por su nombre casi
ciento cincuenta años antes de que gobernara (559-530 a.C.) Historiadores
posteriormente dijeron que Ciro leyó esta profecía y se conmovió tanto que la
llevó a cabo. Además, más de cien años antes de que sucediera, Isaías predijo
la caída de Jerusalén (586 a.C.) y la reconstrucción del templo la profetizó
aproximadamente doscientos años antes de que ocurriera. Es claro que estas
profecías vinieron de un Dios que conoce el futuro.
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