LECTURA
DIARIA:
Isaías
capítulo 39
Este
capítulo relata lo que fue el gran error diplomático de Ezequías. Orgulloso de
sus riquezas y poder militar, mostró a los emisarios de Babilonia todos los
tesoros y armamento de Judá. Isaías condenó a Ezequías y predijo que un día
Babilonia se llevaría todas las riquezas junto al pueblo cautivo.
La profecía
se cumplió 100 años más tarde, exactamente como Isaías había predicho. En lugar
de arrepentirse de su equivocación, el rey solamente comentó que por lo menos él
tendría paz durante su reinado.
Merodac-baladán,
un príncipe babilonio, planeaba una revuelta contra Asiria y estaba formando
una alianza. Quizás esperaba convencer a Ezequías para que se uniera a esta
alianza contra Asiria. Ezequías, al sentirse honrado por su atención y tal vez
porque le agradaba un poco la propuesta, mostró a los mensajeros babilonios sus
bienes. Sin embargo, Isaías le advirtió que no confiara en Babilonia. Algún día
se volvería en contra de Judá y devorarían la riqueza de Jerusalén.
Ezequías
no pudo ver que los babilonios se convertirían en su siguiente amenaza y ellos,
no los asirios, conquistarían su ciudad. Cuando Isaías le dijo que Babilonia
algún día se llevaría todo, fue una profecía sorprendente debido a que
Babilonia luchaba por liberarse de Asiria. La exhibición ególatra de Ezequías
de su riqueza terrenal trajo sus propias consecuencias.
Ezequías,
uno de los reyes más fieles de Judá, trabajó duro a lo largo de su reinado para
erradicar la idolatría y purificar la adoración del Dios verdadero en el templo
de Jerusalén. No obstante, sabía que su reino no era puro.
Aquí
Ezequías expresa su gratitud porque Dios preservaría la paz durante su reinado.
En cuanto Ezequías murió, se desató el mal bajo el liderazgo de Manasés, su
hijo, quien reconstruyó los centros de idolatría que su padre destruyó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario