UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
LAS
DOS CARAS DEL AMOR, DISCIPLINA Y RECOMPENSA
Uno
de los valores que hemos dejado de practicar y enseñar en pleno siglo XXI es el
respeto. El respeto se demuestra con palabras, gestos, actitudes, ademanes y
hechos hacia personas, objetos, lugares y eventos.
La
falta de respeto se puede ver en la violencia intrafamiliar, en los abusos
laborales, en el maltrato psicológico, en el acoso y en el irrespeto cuando se
da manipulación, engaño, aprovechamiento.
El
respeto es un derecho que toda persona tiene. La práctica de este valor es lo
que puede llevarnos a vivir en paz, pero la carencia del mismo es lo que está
llevando a la sociedad presente al caos del individualismo, materialismo y el
narcicismo.
El
respeto va de la mano con el amor (Efesios 6.1 - 4).
El
hebreo traduce “honra” como “peso”. La persona a la que se honra se le
considera de peso y de valor.
El
término griego para “honra” tiene la idea de estima, valor, preciosidad. Las
personas a las que honramos es porque las consideramos preciadas y de gran
valor. Esto lo ilustra perfectamente Efesios 6:1-3, “Hijos obedeced en el Señor
a vuestros padres porque esto es justo, honra a tu padre y a tu madre.” Así
que, los términos honra y respeto están relacionados, y suelen usarse juntos.
Cuando uno demuestra el respeto que siente hacia alguien, lo honra y lo valora
o estima es porque lo ama o lo respeta. El respeto se refiere principalmente a
la forma cómo vemos a la persona, y la manera como se le da honra, a cómo la
tratamos.
El
amor se demuestra por la disciplina y la recompensa (Hebreos 12.7 - 11).
Mucha
gente piensa que quien disciplina o castiga es porque no ama. Sin embargo, la
Biblia dice todo lo contrario, que quien detiene el castigo a sus hijos
aborrece, y que quien disciplina a sus hijos ama (Proverbios 13.22).
Sin
embargo, por mucho tiempo, personas adultas han dicho, han pensado y han dejado
de disciplinar a sus hijos, según ellos por amor, según la psicología para no
afectar las emociones de los hijos, y en vez de eso, los consienten.
Jóvenes
han expresado su desacuerdo y su rebeldía en contra de los padres y autoridades,
por el ejercicio de la disciplina. Todo lo quieren solucionar con violencia y
es probable que vengan huyendo de un hogar disfuncional o donde no hay
disciplina, sino mal uso de esta, violencia, abusos, malos ejemplos, etc.
Disciplinar
a los niños desde pequeños, saber disciplinar a tiempo, corregir el error desde
la infancia, llamar la atención al hijo o la hija cuando hace algo incorrecto,
eso es amor.
Una
persona educada y disciplinada sabe respetar y reconocer el valor de las demás
personas. Aquí está el grave problema, a nosotros no nos gusta la disciplina, y
no seguir la disciplina es rebeldía, desobediencia, desorden, malcriadeza; y
esto con seguridad cosecha más problemas, porque conduce a un comportamiento
anárquico.
No
aceptar que nos disciplinen cuando hacemos algo que merece disciplina es un
claro desacato a las autoridades establecidas por DIOS.
La
falta de disciplina ha venido a ser la mayor causa de la ausencia del valor del
respeto.
No
hemos aprendido a someternos, y mientras no aprendamos obediencia, siempre
estaremos en problema, siempre seremos rebeldes y desobedientes. Al final, DIOS
tendrá que disciplinarnos y lo hará con seguridad porque DIOS es amor, porque
el otro lado del amor es la disciplina, la justicia, y la integridad. La
disciplina bien ejercida con una perspectiva preventiva y correctiva es muy
necesaria para la formación de una sociedad justa, respetuosa y educada.
La
otra cara del amor es la oportuna recompensa, el estímulo/ reconocimiento.
La
disciplina bien ejercida, a tiempo, con propósito correctivo, y con un espíritu
preventivo cosecha buenos resultado aunque en el momento de recibirla no se
considere así.
En
todos los tiempos, la base del respeto es el amor y el reconocimiento de ser
humano ha sido creado por DIOS con todos los derechos y responsabilidades.
El
amor se demuestra en dos maneras: en la correcta disciplina y en la oportuna
recompensa que damos.
El
respeto hacia DIOS es producto del amor hacia él el cual nace en el momento que
creemos en Jesús. En la medida que ese amor se amplía en nosotros aprendemos a
respetar a los demás.
Dios
les bendiga abundantemente.
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