LA BASE DEL RESPETO
La
Biblia, nuestra herencia, la cultura, y nuestra propia valorización de las
personas es la base de una sociedad con valores. Esto tiene que ver con la
educación que hemos recibido y con el apropiamiento de dicha instrucción.
Un
valor se enseña, se modela, se ofrece, pero finalmente es la persona la que
decide si recibe, toma, encarna, practica y obedece dicho valor.
Proverbios
22.6 dice: “Instruye al niño en su camino y cuando este fuere grande no se
apartará de él”. La responsabilidad de los padres, las escuelas, y las iglesias
es instruir, orientar, enseñar y modelar los valores, pero son los hijos los
que deciden apropiarlos, vivirlos, enseñarlos y modelarlos a la siguiente
generación.
También
dice Efesios 6.1 - 4 dice: “Hijos
obedeced en el Señor a vuestros padres, honra a tu padre y a tu madre porque es
el primer mandamiento con promesas, para que te vaya bien y seas de larga vida
sobre la tierra”. Pero el versículo 4 dice: “Y vosotros padres no provoquéis a
ira a vuestros hijos sino criadlos en disciplina y amonestación”
En
fin, los valores son cultivados por medio de la instrucción de la Palabra de
DIOS. Esto lo confirma 2 de Timoteo 1.5, 3.15 “Que desde la niñez has sabido
las sagradas escrituras” que la abuela Loida y su madre Nohemí enseñaron a su
hijo y nieto Timoteo. Estas te harán sabio para la salvación y para la
perfección. Quiere decir que los padres heredan los valores por medio de la
Palabra, su vida, sus costumbres, sus hábitos, sus reglas, su cultura, y su herencia.
Proverbios
1.7, y Eclesiastés 12.13 aseguran que el mayor valor que todos debemos
aprender, vivir y enseñar es el temor de DIOS porque es el todo del ser humano.
Es
muy importante reconocer que nuestros padres nos transmiten su propia herencia,
cultura, vivencias, que algunas veces no es tan buena, pero otras veces sí.
Muchos jóvenes son exactamente lo que vieron, oyeron y aprendieron estando en
casa con sus padres. Si la herencia o el legado familiar estuvieron
constituidos por valores tal como el respeto, la educación, la generosidad, la
ética, dignidad, integridad, sinceridad, amistad, amabilidad, y justicia, eso
mismo estaríamos viendo en sus hijos.
Nuestra
valorización de la vida, de las personas, de la sociedad, del bien, de la
educación, del respeto, determina la clase de personas que somos. Estos
principios, de valorar a los demás, como seres humanos se enseñan y se modela
en el hogar por excelencia.
Dice
Deuteronomio 6.1-9 que se debe amar a DIOS con todo el corazón, y ese amar
descrito en la Biblia debe ser contado, leído y repetido a los hijos, nietos y
bisnietos. Han de ser repetidos e insistidos, y modelados hasta convertirse en
un valor. La repetición de algo produce un aprendizaje más duradero. De igual
forma, si en la casa, si en la escuela, si en la iglesia nos proponemos a
enseñar y modelar todo lo bueno, todo lo justo, todo lo que es digno de buen
nombre, lo más seguro es que terminaremos viendo a una generación que piensa,
siente y se comporta según las virtudes o valores aprendidos de los padres, de
los cristianos, de los compañeros de estudio y de la sociedad (Filipenses 4.8 -
9).
Debemos
tener mucho cuidado y dar a la Biblia la supremacía en la formación de los
valores, y tomar los valores del legado familiar y la cultura ideológica que se
ajusten al criterio bíblico y que no estén en contra de la propia identidad
natural de las cosas.
Todo
esto es lo que nos ayuda a formar un sistema de valorización de las personas,
cosas, lugares y eventos, que harán en definitiva una sociedad mejor.
Dios
les bendiga abundantemente.
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