LECTURA DIARIA:
Isaías
capítulo 19
Entre
las naciones vecinas de Israel que Dios juzgará está Egipto, el viejo enemigo
del pueblo de Dios. A menudo el Señor advirtió a Israel por depositar su
confianza en el brazo de Egipto. La referencia aquí apunta a la ocupación
etíope del 711 a.C., permitida por Dios para castigar a Egipto. Esta se
extendió 60 años.
A
Egipto, nación que esclavizó al pueblo de Dios durante cuatrocientos años, la
odiaba el pueblo de Israel. Aun así, Judá estaba considerando la idea de aliarse
a Egipto en contra de Asiria. Sin embargo, Isaías le advirtió en contra de esta
alianza debido a que Dios destruiría a Asiria en su tiempo.
Como
Egipto dependía del río (Nilo) para su subsistencia, Dios permitió que éste se
agotara para traer gran desastre a todas las formas de vida en la región.
Egipto
se distinguía por su sabiduría, pero aquí sus hombres sabios y oficiales fueron
necios y engañados. La verdadera sabiduría solo puede venir de Dios.
Estos
versículos siguientes describen una época cuando Egipto se volverá a Jehová y
experimentará la salvación. Esta sección comienza con la frase en aquel día,
que a menudo alude a los tiempos del Mesías. Se refiere por tanto a una
realidad futura.
Después
del castigo, Egipto se volvería de la idolatría y adoraría al único Dios
verdadero. Aún más sorprendente es la profecía de Isaías de que los dos grandes
tiranos de Israel, Egipto y Asiria, se unirían en adoración. Esta profecía se
cumplirá “en aquel tiempo”, el día futuro del reinado de Cristo.
Cuando
Egipto pida ayuda a Dios, El enviará a su Salvador para librarlo. Nuestro
Salvador, Jesucristo, está al alcance de todos los que lo llamen. ¡Podemos orar
y también recibir su poder salvador!
Los
versículos 21 al 23 se refieren también a futuras bendiciones cuando ya se haya
consumado el reino de Dios. Egipto y Asiria, en representación de los pueblos
gentiles, e Israel, todos experimentarán la salvación a través del Mesías.
En
Jesucristo, los que antes eran enemigos pueden unirse en amor. En El, personas
y naciones que se encuentran en polos opuestos, políticamente hablando, se
inclinarán ante sus pies como hermanos. Cristo rompe toda barrera que amenace
con las relaciones.
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