miércoles, 16 de noviembre de 2016

Leyendo... Deuteronomio capítulo 32


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LECTURA DIARIA:
Deuteronomio capítulo 32

Moisés no sólo era un gran profeta, sino que además era un director del canto. Después de tres sermones, transformó su mensaje en canto. 
Esta canción es una breve historia de Israel. Les recordaba los errores, los prevenía de volver a caer en ellos y les ofrecía la esperanza que sólo se puede encontrar al confiar en Dios.
Esta canción poética debía ser memorizada y repetida por los israelitas como un testimonio permanente de su fidelidad al pacto.
Moisés comienza con una apelación solemne al cielo y tierra en cuanto a la verdad e importancia de lo que iba a decir.
“¡Él es una Roca!”. Esta es la primera vez que se llama así a Dios en la Escritura. La expresión denota que el poder, la fidelidad y el amor divino, revelados en Cristo y el evangelio, forman un fundamento que no puede ser cambiado ni movido, sobre el cual podemos edificar nuestras esperanzas de felicidad. Bajo su protección podemos encontrar refugio de todos nuestros enemigos y en todos nuestros problemas.
Se presenta una gran acusación contra Israel. Fueron necios al abandonar Sus misericordias a cambio de las vanidades mentirosas. Moisés da ejemplos particulares de la bondad de Dios y su preocupación por ellos. El cuidado que el águila da a sus polluelos es un bello emblema del amor de Cristo que vino a mediar entre la justicia divina y nuestra alma culpable, y a llevar nuestros pecados en su propio cuerpo sobre el madero.
En los versículos 13 y 14 se encuentran los emblemas de la victoria que los creyentes tienen, en y por medio de Cristo, sobre sus enemigos espirituales, el pecado, Satanás y el mundo.
Poéticamente Israel era llamada Jesurún, “un pueblo recto” por algunos; “un pueblo visionario” para otros; pero pronto perdieron la reputación de su saber y de su rectitud. Se dieron el gusto en cuanto a apetitos como si no tuvieran nada que hacer sino hacer provisión para la carne a fin de satisfacer sus concupiscencias.
La idolatría y las rebeliones de Israel merecían, como lo exige la justicia de Dios, que ellos fueran desarraigados. Pero Dios perdona a Israel y los deja que sigan siendo los testigos vivos de la verdad de Su Palabra, para silenciar a los incrédulos.
La conclusión del cántico dice: 1 Gloria a Dios. No puede haber escapatoria de su poder.
2 Terror a sus enemigos. Sin duda terror para aquellos que le odian. La ira de Dios se revela aquí desde el cielo contra ellos.
3 Consuelo a su pueblo. El cántico concluye con palabras de gozo. Cualesquiera sean los juicios traídos contra los pecadores, al pueblo de Dios le irá bien.
Moisés había acabado su obra, Dios le recuerda el pecado del cual era culpable, el que le impidió entrar a Canaán.

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