jueves, 3 de noviembre de 2016

Leyendo... Deuteronomio capítulo 19


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LECTURA DIARIA:
Deuteronomio capítulo 19

Moisés instruye a los israelitas para que creen tres ciudades de refugio, esta vez del lado oeste del Jordán, una vez que tomen posesión de la tierra. Estas ciudades reemplazaban al altar como refugio para el homicida, a causa de que el altar estaría demasiado lejos para la mayoría de las personas.
Las ciudades de refugio hubieran sido ineficaces si los caminos que llevaban a ellas hubieran estado en mal estado. Por eso a los israelitas se les ordenó que construyeran buenos caminos. Muchos de los que venían a las ciudades literalmente corrían para salvar sus vidas. Un camino en buen estado hacía toda la diferencia entre la vida y la muerte. Requería mantenimiento continuo, ya que eran caminos de tierra que fácilmente podían ser arrastrados por el agua, cubiertos de arena, o atravesados por surcos profundos. No sólo era importante iniciar este sistema de justicia, sino también proporcionar los medios necesarios para mantenerlo.
El homicida del que se habla, era aquel que mataba sin premeditación (sin intención)
Era responsabilidad del pariente masculino más cercano traer al homicida ante el tribunal de su lugar de residencia para que fuera sometido a juicio. El riesgo que existía era que el pariente, enfurecido, matase al culpable en lugar de presentarlo al tribunal.
Cualquiera que declarase haber dado muerte accidental a alguna persona podía huir a una de estas ciudades hasta poder tener un juicio justo. Si era hallado inocente de muerte intencional, podía permanecer en dicha ciudad y estar a salvo de los que buscaban venganza.
El crimen premeditado demandaba un severo castigo porque constituía una violación de la santidad de la vida y contaminaba la tierra donde moraba Dios junto a su pueblo.
Para eliminar la posibilidad de que una persona testifique falsamente en la corte contra su prójimo, la ley amplificaba la ley del testigo falso y establecía ciertas reglas para guiar la decisión de la comunidad.
El requisito de que el testimonio de más de una persona era necesario para acusar a otra persona aparece. Para establecer una sentencia en la corte de ley era necesario el testimonio de dos o tres personas. Este principio servía para frenar el testimonio de una persona por motivos personales, hacía una acusación falsa contra otra persona en la corte de la ley.
La ley del talión, se entendía que servía para garantizar justicia para la persona acusada y para establecer equidad en el castigo del culpado.

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