lunes, 14 de noviembre de 2016

Leyendo... Deuteronomio capítulo 30


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LECTURA DIARIA:
Deuteronomio capítulo 30

Este capítulo claramente enseña la consecuencia de la desobediencia, la dispersión de Israel entre las naciones. La palabra dispersado solamente aparece aquí en Deuteronomio, pero la misma palabra aparece para describir el exilio de Judá. 
Pero más allá de la maldición del exilio está la promesa divina de restauración. En su exilio Israel tendría la oportunidad de reflexionar sobre la promesa de bendición y la consecuencia de la maldición del pacto.
La restauración de Israel demuestra la fidelidad de Dios en cumplir sus promesas.
Desde su exilio, Israel tenía que considerar la gracia y la fidelidad de Dios.
Para ser restaurado de su exilio, Israel tenía que tomar dos decisiones. Tenía que “volver” a Jehová, o sea, la nación tenía que reconocer sus pecados y la violación de las demandas del pacto y regresar hacia Dios en arrepentimiento. Además, tenía que obedecer la voz de Jehová con todo su corazón y con toda su alma.
Movido por el arrepentimiento de Israel, Dios iba a “regresar” a su pueblo.
Por causa de su gran compasión hacia su pueblo, Dios iba a restaurar a Israel de las naciones donde había sido dispersado y los haría regresar a la tierra que habían recibido como su herencia eterna.
Además, la restauración de Israel a la tierra prometida traería grande prosperidad para el pueblo porque Dios había prometido multiplicar grandemente la prosperidad de la nación después de su retorno a Canaán.
Por causa de su arrepentimiento, la restauración de Israel también causaría la transformación espiritual de la nación, y en el proceso, aprendería cómo amar a Dios con todo su corazón.
La circuncisión del corazón implicaba completa obediencia a la palabra de Jehová, no solamente para los varones israelitas, sino también para todas las personas en Israel que deseaban una relación más íntima con Dios.
Después de haber considerado la bendición de la obediencia y la consecuencia de la desobediencia, el pueblo fue una vez más exhortado a tomar la decisión de obedecer la palabra de Jehová y vivir. Lo que Jehová demandaba de Israel no era imposible: Este mandamiento que te mando hoy no es demasiado difícil, o sea, no está más allá de la comprensión humana.
Después de haber declarado que la palabra de Dios estaba al alcance de todos, Moisés concluyó su exhortación con un llamado a Israel a escoger entre la vida y la muerte. Moisés había presentado las demandas del pacto, y la consecuencia de la obediencia, y el resultado de la desobediencia. Ahora la nueva generación de israelitas, el pueblo que se preparaba para entrar en la tierra de Canaán y recibir su heredad tenía que tomar una decisión de suprema importancia. Las demandas de Dios habían sido presentadas y ahora el pueblo tenía que tomar la decisión de obedecer y vivir, o rechazar la palabra de Dios y morir: Mira, pues, yo pongo hoy delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal.
Si Israel deseaba vivir en la presencia de Jehová, si el pueblo deseaba ser multiplicado y recibir las bendiciones de Dios en la tierra prometida, era necesario decidir obedecer la palabra que Moisés había declarado y vivir según las demandas de Dios. Para gozarse de las bendiciones que Jehová había prometido, Israel tenía que hacer tres cosas: amar a Jehová, andar en Su caminos y guardar Sus mandamientos. El resultado sería vida y bendición en la tierra prometida.

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