lunes, 7 de noviembre de 2016

Leyendo... Deuteronomio capítulo 23

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LECTURA DIARIA:
Deuteronomio capítulo 23

Las leyes en este capítulo introducen una lista de personas a las cuales les estaba prohibido participar en la adoración de la comunidad de Israel. Israel era un pueblo santo y esta santidad debía manifestarse en la adoración que Israel presentaba a Dios. 


Ninguna persona mutilada físicamente o ninguna persona castrada podían entrar en el templo.
También el bastardo estaba excluido de la congregación de Dios. Bastardo se usa aquí para describir los hijos nacidos de matrimonios mixtos y los hijos nacidos de las relaciones incestuosas.
Los amonitas y moabitas también estaban excluidos de la congregación de Jehová. Según el texto, los amonitas no demostraron compasión hacia Israel sino que demostraron una actitud hostil contra los israelitas durante su viaje hacia Canaán. Los moabitas emplearon al falso profeta Balaam, para maldecir a los israelitas.
La ley que prohibía a los moabitas entrar en el templo no les prohibía ser miembros de la comunidad de Israel.
Las leyes sanitarias estaban relacionadas con las campañas militares del ejército israelita y con la necesidad de mantener el campamento libre de impurezas.
La razón para esta legislación requiriendo la necesidad de mantener la pureza del campamento era porque Dios estaba en el campo con el ejército israelita, moviéndose entre los soldados para traer la victoria contra los enemigos. La presencia de Dios en el campamento para proteger a su pueblo hacía del campamento un lugar santo.
La ley del esclavo fugitivo estaba vinculada con la relación que Israel tenía como pueblo de Dios. Cuando Israel estaba en Egipto ellos fueron considerados extranjeros por los egipcios y por esta razón Israel tenía que tener compasión de un extranjero que entraba en Israel como un esclavo fugitivo. El esclavo que escapaba de otra nación para encontrar refugio y ayuda en Israel no podía ser regresado a su dueño.
Ley contra la prostitución ritual. La práctica de la prostitución sagrada era común en las religiones de fertilidad en el antiguo Cercano Oriente. En las religiones que usaban estas prácticas la prostitución sagrada era el medio de garantizar para los adoradores de los dioses y las diosas, la fertilidad del campo, de los animales y de los seres humanos.
La ley del interés una vez más enseña el espíritu humanitario. El intento de esta legislación era para ayudar a un miembro de la comunidad que era financieramente pobre. Por cuanto la mayoría de los israelitas vivían del campo, un desastre natural, una tormenta, un terremoto o una sequía podían traer un desastre en la vida de una familia o causar la pérdida de posesión. El resultado sería la pobreza del individuo y de su familia. Pero la pobreza podía ser eliminada y la vida restaurada si una persona prestaba a su hermano necesitado.
En Israel, hacer votos a Dios era estrictamente voluntario. Había dos razones principales que motivaban a un adorador a hacer un voto a Dios. Generalmente, el adorador prometía dar a Dios o hacer algo para él, por causa de una bendición recibida. En momentos de necesidad o angustia, el adorador prometía algo con el propósito de recibir ayuda divina. La ley enfatiza la necesidad de cumplir la promesa hecha a Dios. La promesa era hecha voluntariamente, pero una vez hecha la persona que había prometido tenía la obligación de hacer lo que había prometido. La persona que no cumplía su promesa era culpada de pecado.
Comportamiento en el campo ajeno. Esta ley hace una concesión humanitaria en favor de una persona hambrienta. Si alguien tenía hambre mientras caminaba por la propiedad de otro, aquella persona podía comer de la viña o de la mies para satisfacer su hambre. El propósito de esta ley era para proveer ayuda inmediata para la persona que tenía hambre. Ninguna persona pobre debía morir de hambre en Israel. Aquel que era más próspero debía abrir su campo para satisfacer la necesidad del hambriento. Por esta razón una persona hambrienta tenía la libertad de entrar en el campo de otro y satisfacer su hambre. Pero nadie tenía el derecho de recoger lo suficiente para llevar a su casa. Esto sería considerado robo y una violación del octavo mandamiento.

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