martes, 1 de noviembre de 2016

Leyendo... Deuteronomio capítulo 17


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LECTURA DIARIA:
Deuteronomio capítulo 17

El hecho de que se haya incluido el mandato de no sacrificar animales imperfectos, indicaba que algunos israelitas estaban sacrificando a Dios animales imperfectos o deformes. 
No se condenaría a muerte a nadie con el testimonio de un solo testigo. Por el testimonio de dos o tres, una persona podía ser condenada y luego sentenciada a muerte por apedreamiento. El condenado era llevado a las afueras de las puertas de la ciudad y los testigos eran los primeros en lanzarle piedras pesadas. Luego los espectadores apedrearían a la persona agonizante. Este sistema quitaría el mal al llevar a la muerte al idólatra. Al mismo tiempo, protegía de dos maneras los derechos de la persona denunciada.
Primero, la necesidad de que existieran varios testigos evitaba que un individuo enojado diera “falso testimonio”. Segundo, al requerir que el acusador lanzara las primeras piedras, lo hacía pensar dos veces en la acusación injustificada. Eran responsables de terminar lo que habían comenzado.
Se requería de los testigos iniciar la aplicación de la sentencia lanzando las primeras piedras, pero el falso testimonio era castigado con el mismo rigor que el presunto delito
Este es el único pasaje de los libros de la ley que menciona la idea de una monarquía. Israel era un estado teocrático, con Dios como su único Rey. Pero aquí Moisés predice que eventualmente Israel pedirá un rey.
Los reyes israelitas debían distinguirse de los monarcas de los pueblos vecinos por las normas de conducta dictadas en la Ley.
La monarquía de Israel se originó por causa del deseo del pueblo y no como una ordenanza divina. Por la insistencia del pueblo, Dios le permitió al profeta Samuel ungir un rey en Israel.
La ley que limitaba los poderes del rey estipulaba diversas condiciones para la selección del monarca.
Primeramente, el rey tenía que ser una persona escogida por Dios. Por cuanto tenía una relación especial con Él, y por cuanto recibía poder divino para hacer su obra, el ideal era que cada rey fuera escogido personalmente por Dios.
En segundo lugar, el rey tenía que ser un miembro de la comunidad del pacto. El énfasis en que el rey tenía que ser uno de entre sus hermanos indica que ningún extranjero podía reinar en Israel. Una persona extranjera no pertenecía a la comunidad de Israel, no tenía los mismos intereses religiosos que los israelitas y, por lo tanto, no estaba obligada a obedecer las demandas del pacto.
En tercer lugar, el rey tenía que limitar su deseo por riquezas. Esto se ha entendido como una condenación del reino de Salomón, porque todas las prohibiciones estaban relacionadas con las actividades y políticas de Salomón.

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