domingo, 13 de noviembre de 2016

Leyendo... Deuteronomio capítulo 29


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LECTURA DIARIA:
Deuteronomio capítulo 29

Este capítulo contiene un resumen de las acciones de Dios desde el Éxodo hasta la llegada de Israel a los campos de Moab. 


Esto seguido por una nueva reafirmación del significado del pacto entre el pueblo escogido y Dios, y nuevas advertencias sobre las consecuencias que enfrentarían en Canaán aquellos cuyo corazón se apartaran de Dios.
La ceremonia de renovación del pacto en Moab reiteró el significado de la celebrada antes en Horeb.
En el monte Sinaí, cuarenta años antes, Dios e Israel hicieron un pacto. Los israelitas prometieron amar y obedecer a Dios para poder recibir las bendiciones físicas y espirituales. Aquí Moisés repasa este pacto. Dios todavía estaba sosteniendo su parte del trato (y siempre lo haría), pero los israelitas eran negligentes con su parte. Moisés volvió a pronunciar el pacto para advertir al pueblo que experimentarían una disciplina severa si no mantenían su parte del acuerdo.
Hasta ahora, el pueblo no había sido digno de conocer el alcance de la especial providencia divina sobre ellos. Fueron de dura cerviz, y, como tales, incapaces de captar los designios de Dios.
La providencia de Dios se había manifestado particularmente en el desierto. A pesar de todas las necesidades, no les había faltado lo necesario para calzar y vestir (vuestros vestidos no se han envejecido); ni la comida, a pesar de que habían carecido del pan y del vino.
Dios les había proveído de lo necesario, enviándoles el maná y las codornices en los momentos críticos.
Dios les había cuidado como a un niño pequeño que aún no podía valerse por sí solo; por eso vivían sólo de la providencia divina.
Pero ellos debían amar a Dios de todo su corazón, de toda su alma y con todas sus fuerzas.
Moisés previno que el día que los israelitas decidieran dar la espalda a Dios, se plantaría una raíz que produciría fruto amargo.
En virtud de esta alianza, los israelitas quedaban vinculados a Jehová como su Dios y ellos su pueblo.
Estas leyes ponen en guardia al pueblo contra las transgresiones que pudieran atraer sobre sí un castigo como el de la esclavitud de Egipto.
Se advierte aquí que nadie debía llamarse a engaño creyendo que podía asistir a los cultos idolátricos y conservar el derecho a la protección y bendición de Dios dichas en la alianza.
En realidad, el que así obraba, no hacía sino sembrar veneno o ajenjo; es decir, semilla de amargura, en cuanto que sufriría consecuencias.
El castigo afectaría a todo el país, quedando desolado como Sodoma y Gomorra.
El texto termina con una exhortación a Israel a obedecer la voluntad de Dios así como él había revelado por medio de Moisés. Hay muchas cosas que sucederán en el futuro y que solamente Dios conoce.
Pero Él había revelado su voluntad para guiar la vida religiosa y comunitaria de Israel en el presente. Israel no tenía que preocuparse con los secretos de Dios. Lo que Israel necesitaba para vivir una vida feliz, Dios lo había revelado por medio de Moisés. La bendición de la obediencia y la consecuencia de la desobediencia son incentivos para ayudar a Israel a obedecer las palabras de la ley, así como aparece en este libro.

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