martes, 15 de noviembre de 2016

Leyendo... Deuteronomio capítulo 31


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LECTURA DIARIA:
Deuteronomio capítulo 31

Moisés ya había presentado el pacto a Israel. La congregación había aceptado las demandas de la alianza con Dios y el pueblo había renovado el pacto hecho con Israel en el monte Sinaí. Moisés ahora se preparaba para transferir el liderazgo de la nación a Josué, el nuevo líder que iba a conducir al pueblo en la conquista de la tierra prometida.
Moisés era una anciano de 120 años. En el AT 40 eran considerados los años de una generación. Moisés había vivido el equivalente de tres generaciones. Por causa de su edad, Moisés no podía continuar como el líder del pueblo. La expresión no puedo salir ni entrar significaba “dirigir el pueblo”. La conquista de Canaán sería difícil e Israel necesitaba un líder que pudiera salir con el ejército israelita y pelear contra los cananeos y volver de las batallas en forma victoriosa. Además, a Moisés le había sido prohibido entrar en la tierra prometida por causa de su pecado.
El verdadero líder de Israel era Jehová. Era él quien cruzaría el río Jordán delante del pueblo. Era él quien daría a Israel la victoria contra sus enemigos. Pero Jehová haría su obra por medio de su representante. Josué había sido designado por Dios para liderar al ejército israelita en la campaña de conquistar a las naciones que habitaban en Canaán.
Moisés exhortó al pueblo a no desanimarse. El nuevo líder necesitaría el apoyo del pueblo y el pueblo necesitaría aprender a confiar en el nuevo líder. El pueblo tenía que ser fuerte y valiente. El mismo Dios quien en el pasado había dado la victoria a Israel prometía estar con ellos una vez más. Moisés exhortó a Josué con las mismas palabras que había exhortado al pueblo: ¡Esfuérzate y sé valiente! Esta exhortación sirvió para afirmar públicamente a Josué como el líder de la nación y para declarar que Jehová estaría tanto con el pueblo así como con Josué después de la muerte de Moisés. Más tarde, después de la muerte de Moisés, en vísperas de cruzar el río, Jehová comisionó a Josué con estas mismas palabras.
Junto con Josué, el pueblo de Israel se preparaba para cruzar el Jordán y recibir de las manos de Dios la herencia que él había prometido a los patriarcas.
Después de la elección del nuevo líder de Israel, Moisés presenta la ley a los sacerdotes y a los ancianos para que la palabra de Dios fuera preservada para las futuras generaciones de israelitas. La ley que Moisés entregó a los sacerdotes era probablemente el código deuteronómico.
Los sacerdotes tenían la responsabilidad de enseñar la Palabra de Dios al pueblo de Israel.
Dios declaró a Moisés que después de su muerte el pueblo iba a prostituirse y servir a otros dioses.
La apostasía de Israel era una violación de la relación íntima que la nación tenía con Dios y esta violación invocaba las maldiciones del pacto sobre Israel.
Anticipando la apostasía de Israel, Dios ordenó a Moisés escribir un cántico. Este cántico debería ser enseñado a todo Israel porque sería testigo contra ellos en el día cuando el pueblo ingrato abandonara a Jehová para seguir a otros dioses.

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