domingo, 3 de febrero de 2019

Tiempo... Mateo 26. 42 - 43



TIEMPO DE REFLEXIÓN

Salvó a otros, decían, ¡pero no puede salvarse a sí mismo! ¡Y es el Rey de Israel! Que baje ahora de la cruz y así creeremos en él. Confía en Dios; pues que lo libre Dios ahora, si de veras lo quiere. ¿Acaso no dijo: “Yo soy el Hijo de Dios”?
Mateo 27. 42 – 43


Más de dos mil años tiene este evento. Seguimos cayendo en los mismos errores.
Nuestro gran error es tratar de adaptar a Dios a nuestra manera de vivir. Lo queremos encerrar en un “círculo” en el cual, lo podamos comprender, que conozcamos sus capacidades y que además esté de acuerdo con nuestros pensamientos y principios.
Si bien Dios nos ama y Él es la esencia pura del amor, no va a cambiar por nosotros sino nosotros tenemos que adaptarnos a Él.
¿Quién es el que manda? ¿Por qué nos cuesta tantísimo trabajo el aceptar a Dios como es y no como nos gustaría que fuera?
Cuanto  más lo aceptamos como es, más le damos gracias por ser así y no como a nosotros nos gustaría que fuera.
“Confía en Dios, pues que lo libre ahora”. ¿Hemos puesto a prueba nuestra fe? ¿Nos hemos preguntando alguna vez el por qué Dios permite lo que nos está pasando?
A veces la gente que no conoce a Dios, trata de confundirnos y desviar nuestro camino. Buscará cada oportunidad disponible para decirnos que nuestra relación con Cristo es como cualquier otra religión, y más si estamos atravesando un momento difícil buscará hacer notorio que puede ser que nuestro Dios no nos está contestando.
“Acaso no dijo: yo soy el Hijo de Dios”, también nos puede pasar que nos digan: ¿Tú eres de verdad cristiano?
Éstas son formas de ataque sobre los que queremos seguir a Jesús, te señalan, te dicen nombres, critican tus actos, buscan retarte cuando te encuentras en momentos difíciles. Jesús lo atravesó y por consecuencia nosotros también pasaremos por situaciones similares.
Lo que Cristo nos enseñó es que debemos comportarnos como Dios quiere y no como la gente lo pide. Nos enseñó que nosotros nos adaptamos a Él y no a la inversa, nos enseñó que aquellos que nos critican aunque tienen ojos y oídos no ven ni oyen, que para ellos, la palabra de Dios es locura.
Tengamos amor y misericordia por los que nos critican y señalan, busquemos dar testimonio y orar por ellos para que puedan salir de su ceguera espiritual y puedan comenzar una relación con el Creador.
Dios les bendiga abundantemente.

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