martes, 26 de febrero de 2019

Tiempo... Lucas 4. 1- 2



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu en el desierto por cuarenta días, siendo tentado por el diablo. Y no comió nada durante esos días, pasados los cuales tuvo hambre”.  Lucas 4. 1 – 2


El problema con satanás radica cuando dejamos de ser hijo de ira, de desobediencia, muertos espiritualmente en nuestros delitos y pecados, y nos convertimos en amados Hijos de Dios, unidos a Cristo, reconciliados con ÉL y sellados con SU Espíritu Santo.
Desde entonces comenzará la batalla, los ataques y dardos envenenados del enemigo, pero no debemos olvidar que Dios nos ha dado armas Espirituales. En Efesios 6.13 - 18, el apóstol Pablo dice: “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”
Y sobre todo Dios nos ha dejado la victoria (SU VICTORIA) y no solamente somos vencedores, la Palabra dice que somos Más que Vencedores por medio de Aquel que nos amó; somos vencedores en Él, en Cristo, fuera de ÉL absolutamente nada podemos hacer.
En el bautismo del Señor Jesucristo, vemos el asombro de Juan “El Bautista” que no termina de comprender que si Jesús debía vivir, y morir por nosotros, siendo nuestro sustituto en la cruz y nuestro representante en la tierra; ÉL debía identificarse aún en nuestros pecados, siendo ÉL sin pecado, y por tanto ÉL en ese sentido no tenía necesidad de bautizarse; pero aun así, lo hizo, como una identificación hacia nosotros.
La gran batalla, ya la ganó Cristo, el murió por nuestros pecados, venció la tentación. Comparado con eso, las pequeñas luchas que enfrentamos cada día las podemos vencer en Su nombre y con las armas del Espíritu.
Dios les bendiga abundantemente.

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