domingo, 17 de febrero de 2019

Leyendo... Marcos capítulo 12



LECTURA DIARIA:
Marcos capítulo 12

En esta parábola Israel, representado por el viñedo, fue el lugar donde Dios cultivó la salvación y la trajo al mundo.
Los líderes religiosos no solo frustraron el propósito nacional, sino que también mataban a los que trataban de cumplirlo. Tenían tanto celo, que descuidaron el bienestar de ese pueblo que se suponía tenían que guiar a Dios. El dueño de la tierra es Dios; la viña es la nación de Israel; los agricultores son los líderes religiosos judíos; los propietarios de la tierra son los profetas y sacerdotes que se mantenían fieles a Dios; el hijo es Jesús; los demás son los gentiles. Al contar esta historia, Jesús mostró a los líderes religiosos que sabía exactamente lo que pensaban y puso al descubierto su plan para darle muerte. Les advirtió que su pecado no quedaría impune. Jesús se refirió a sí mismo como la piedra que desecharon los edificadores. Aunque la mayoría de los líderes judíos lo rechazaron, llegó a ser la piedra angular de un nuevo "edificio", la Iglesia. La piedra angular aseguraba que las demás piedras del edificio estuvieran derechas y a nivel. Asimismo, la vida de Jesús y su enseñanza son la base o fundamento de la Iglesia.
Los fariseos eran ante todo un grupo religioso, en tanto que los herodianos eran un grupo político judío que aprobaba los compromisos de Herodes con Roma. Por lo general, los dos grupos no tenían nada que hacer uno con otro. Los fariseos no querían a Jesús porque denunció su hipocresía. Los herodianos también veían a Jesús como una amenaza. El sostén de la dinastía de Herodes el Grande, perdió el control político cuando, como resultado de una hipotética rebelión, Roma depuso al hijo de Herodes reemplazándolo con un gobernador romano. Los herodianos temían que Jesús causara más inestabilidad en Judea y que Roma reaccionara no volviendo a permitir que los líderes romanos disminuyeran y los reemplazaran un descendiente de Herodes.
Cualquiera que evadiera el pago de impuestos se enfrentaba a castigos. Los fariseos y los herodianos esperaban atrapar a Jesús con el asunto de los impuestos, creían tener la pregunta perfecta para atrapar a Jesús. Pero la sabia respuesta de Jesús una vez más dejó al descubierto sus malas intenciones. Jesús dijo que la moneda con la imagen del emperador tenía que darse al emperador. Pero la que tenía la imagen de Dios, nuestras vidas, pertenecía a Dios.
Después que los fariseos y los herodianos fallaron en atrapar a Jesús con el asunto de los impuestos, los saduceos volvieron a la carga con otra cuestión que al parecer no podía fallarles. Los saduceos no creían en la vida después de la muerte porque el Pentateuco (Génesis a Deuteronomio) no lo enseña directamente y los escritos de Moisés eran la únicas Escrituras que obedecían. Pero Jesús les dijo que los libros de Moisés sí respaldaban la idea de la vida eterna (12.26). De acuerdo a la Ley del Antiguo Testamento, cuando el marido de una mujer moría sin dejar descendencia, el hermano del muerto tenía que casarse con la mujer a fin de asegurar hijos que cuidaran de la viuda y permitieran que la línea familiar no se interrumpiera. El primer hijo de este matrimonio se consideraba hijo del hombre muerto.
El comentario de Jesús en el versículo 25 no intenta ser la palabra final sobre el matrimonio en el cielo. En cambio, con esta respuesta Jesús se niega a contestar la adivinanza de los saduceos y a caer en su trampa. Echando a un lado la pregunta acerca de la mujer que se casó muchas veces, El dio una respuesta definitiva a la pregunta sobre la resurrección. La verdadera pregunta de los saduceos no era acerca del matrimonio, sino sobre la doctrina de la resurrección. Como los saduceos creían únicamente en el Pentateuco, Jesús citó Éxodo 3.6 para probar que hay vida después de la muerte. Dios se refirió a Abraham, a Isaac y a Jacob como si aún estuvieran vivos. El pacto de Dios con cada persona tiene validez más allá de la muerte.
Las leyes de Dios todas se pueden reducir a dos reglas simples para la vida: amar a Dios y amar al prójimo.
Jesús citó el Salmo 110.1 para mostrar que David consideraba que el Mesías sería el Señor, no solo su hijo. Los líderes religiosos no entendían que el Mesías sería mucho más que un ser humano descendiente de David; sería Dios mismo en forma de hombre.
Jesús de nuevo puso al descubierto los motivos impuros de los líderes religiosos. Estos no recibían paga y dependían solamente de la hospitalidad de los judíos devotos. Algunos se valían de esta situación para explotar al pueblo, engañaban a los pobres en todo lo que podían y se aprovechaban de los ricos. Fingían espiritualidad para ganar prestigio, reconocimiento y respeto.  
Jesús advirtió contra los maestros religiosos a quienes les encantaba parecer santos y recibir honores cuando en realidad eran falsos.
El castigo a los líderes religiosos sería grande porque, como maestros y guías, cargaban sobre sus hombros la gran responsabilidad de formar la fe de sus discípulos.
En el templo había varias arcas donde la gente podía echar el dinero, Jesús se refirió a una pobre viuda que dió más que todos los demás juntos, a pesar de que su ofrenda fue por mucho la más pequeña.

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