miércoles, 6 de febrero de 2019

Leyendo... Marcos capítulo 1



LECTURA DIARIA:
Marcos capítulo 1

Marcos no fue uno de los doce discípulos de Jesús, pero es muy posible que haya conocido a Jesús personalmente.
El libro presenta a Jesús como un hombre que respaldaba sus palabras con hechos que siempre demostraban quién era: el Hijo de Dios. Debido a que escribió su Evangelio para los cristianos de Roma, donde se adoraban muchos dioses, quería que supieran que Jesús es el único y verdadero Hijo de Dios.
Varios profetas habían escrito sobre la venida del Mesías, Jesucristo, y acerca del hombre que anunciaría su venida, Juan el Bautista. El llamado de Juan a la gente de "preparad" significaba que tendrían que abandonar su manera de vivir, renunciar a sus pecados, buscar el perdón de Dios y establecer una relación con Dios mediante la fe y la obediencia a su palabra que es la Biblia.
En aquellos tiempos, a los oficiales romanos de importancia siempre les precedía un anunciador o heraldo. Cuando el heraldo llegaba a un pueblo, la gente sabía que algún personaje prominente estaba al llegar. Ya que Marcos escribió sobre todo para cristianos romanos, comenzó su libro con Juan el Bautista, cuya misión era anunciar la venida de Jesús, el hombre más importante que jamás haya vivido.
En el ministerio de Juan, el bautismo era una señal visible de que una persona decidía cambiar, dejar su forma de vida de pecado y egoísmo y volverse a Dios. Juan adoptó una conocida costumbre y le dio un nuevo sentido. Los judíos a menudo bautizaban gentiles, los que se convertían al judaísmo. Pero bautizar a un judío como señal de arrepentimiento fue una radical desviación de la costumbre judía.
El propósito de la predicación de Juan fue preparar al pueblo para aceptar a Jesús como el Hijo de Dios. Cuando Juan lanzó al pueblo el reto de confesar sus pecados individualmente, señaló el comienzo de una nueva forma de tener relación con Dios.
Aunque Juan era el primer profeta genuino en cuatrocientos años, Jesús el Mesías sería infinitamente mejor que él. Juan puntualizó cuán pequeño era ante Aquel que venía. No se consideraba digno ni siquiera de realizar para El las tareas más humildes, como desatar la correa de sus sandalias. Lo que Juan comenzó, Jesús lo finalizó. Lo que Juan preparó, Jesús lo realizó.
Juan dijo que Jesús bautizaría con el Espíritu Santo y fuego y que enviaría el Espíritu Santo para que viviera en cada creyente. El bautismo en agua que Juan predicaba preparaba a la persona para recibir el mensaje de Cristo.
Jesús se bautizó para testificar de su consagración a su misión de traer el mensaje de salvación a todas las naciones;  para demostrar que Dios aprobaba y respaldaba su misión;  para identificarse con nuestra condición humana y pecadora;  para comenzar oficialmente su ministerio público.
El Espíritu Santo descendió en forma de paloma sobre Jesús y una voz desde los cielos proclamó en nombre del Padre que Jesús es su divino Hijo. Aquí vemos a los tres miembros de la Trinidad juntos: Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo.
Para identificarse por completo con el ser humano, Jesús tuvo que enfrentar la tentación de satanás. Jesús se apartó de la gente y se fue al desierto, donde satanás lo tentó.
Las primeras palabras de Jesús en Marcos al iniciar su ministerio, en el versículo 15, nos dan la esencia de su enseñanza: que el tan esperado Mesías había vino para iniciar el Reino personal de Dios en la tierra. La mayoría de las personas que oyeron este mensaje estaban en la opresión, pobres y sin esperanzas. Las palabras de Jesús fueron buenas nuevas para ellas porque les ofrecían libertad, bendiciones y esperanzas.
Debido a que el templo en Jerusalén estaba demasiado lejos para que muchos judíos viajaran hasta allí para adorar regularmente, muchos pueblos tenían sinagogas que servían como lugares de adoración y escuelas. Cada día de reposo, el Sabat, los hombres se reunían para escuchar la enseñanza de la Palabra de Dios a través de un rabí. Debido a que los rabinos o maestros no eran permanentes, los principales de la sinagoga acostumbraban pedir a los maestros visitantes que hablaran. Por eso Jesús a menudo hablaba en las ciudades que visitaba.
Jesús empezó a predicar en Galilea, después que Juan fue encarcelado. Los demonios son espíritus de maldad bajo las órdenes de satanás. Marcos enfatiza las luchas contra el poder demoníaco para demostrar la superioridad de Jesús. Narra muchos relatos que muestran a Jesús echando fuera demonios. Su palabra era suficiente para expulsar a los demonios. La gente se acercaba a Jesús al atardecer cuando el sol se ponía, y el día de reposo comenzaba con la puesta del sol del viernes y terminaba con la puesta del sol del sábado. Los líderes judíos decían que era contra la Ley sanar en el día de reposo. La gente no quería quebrantar esta Ley, ni la que prohibía viajar en el día de reposo. Por eso esperaron hasta el atardecer. Después de la puesta del sol, las multitudes se sintieron en libertad de buscar a Jesús para que los sanara.
Jesús dedicaba tiempo a la oración.
La Ley decía que cualquier persona se hacía inmunda por el contacto con un inmundo. Pero Jesús tocó a los leprosos y sanó a muchos. Jesús se ajustó a las leyes al enviar a los sanados de lepra al sacerdote, demostrando el total respeto que tenía por la Ley de Dios.

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