miércoles, 20 de febrero de 2019

Leyendo... Marcos capítulo 15



LECTURA DIARIA:
Marcos capítulo 15

Los romanos les quitaron a los judíos el derecho de aplicar la pena de muerte, por lo cual tenían que sentenciarlo los romanos.
Más importante aún, los judíos querían que crucificaran a Jesús, forma de ajusticiar que creían que incluía la maldición de Dios. Esperaban persuadir al pueblo de que Jesús estaba bajo maldición, no bajo la bendición de Dios. Los judíos tuvieron que inventar nuevas acusaciones contra Jesús para llevarlo ante Pilato. Como para el gobernador romano el cargo de blasfemia no tendría ninguna importancia, lo acusaron de otros tres delitos: incentivar al pueblo para que no pagara impuestos a Roma, afirmar que era "el Rey de los judíos", provocar disturbios en todo el país.
A Barrabás lo habían arrestado por participar en una rebelión en contra del gobierno romano y, aunque cometió asesinato, los judíos lo consideraban un héroe.
Los judíos odiaban a Pilato, pero acudieron a él para que les hiciera el favor de condenar a Jesús a la crucifixión. La crucifixión era la pena que los romanos aplicaban por el delito de rebelión. Solamente los esclavos y los que no eran ciudadanos romanos podían crucificarse. Si crucificaban a Jesús, moría como un rebelde o un esclavo, no como el Rey que proclamaba ser. Esto es, precisamente, lo que los líderes religiosos judíos querían al incitar a la multitud.
La multitud que hasta el momento había seguido a Jesús, y visto y escuchado sus enseñanzas y milagros, fue en definitiva la que terminó condenándolo.
Pilato trató de agradar al pueblo. Los líderes religiosos promovieron activamente la muerte de Jesús. Los soldados romanos lo torturaron.
Aunque no vieron ninguna culpa en Jesús, ni razón alguna para condenarlo a muerte, lo crucificaron.
La crucifixión era una temible y vergonzosa forma de morir. Obligaban a la víctima a cargar su cruz a través de la ruta más larga al sitio de la crucifixión, como una forma de advertencia para el pueblo. A menudo se ponía en la cruz un letrero en el que se declaraba el crimen por el que se crucificaba a la persona. La idea era que sirviera de advertencia al pueblo. Como a Jesús no pudieron culparlo de nada, la única acusación que figuró sobre su cabeza fue el "crimen" de haber dicho ser el Rey de los judíos.
Jesús se pudo haber salvado, pero prefirió sufrir por amor a nosotros.
 Jesús en la cruz cita la primera estrofa del Salmo 22. Este salmo es una profecía acerca de la profunda agonía del Mesías al morir por el
pecado del mundo. Jesús sabía que esta separación temporal de Dios llegaría en el momento en que echara sobre sí los pecados del mundo. La agonía física fue horrible, pero la separación espiritual de Dios fue la tortura mayor. Jesús  pronunció sus últimas palabras: "Consumado es" (Juan 19.30).  
El velo pesado que colgaba de la parte del templo llamada Lugar Santísimo, separaba al Dios santo de la humanidad pecadora, cuando Jesús murió, el velo se rasgó en dos, mostrando así que su muerte por nuestros pecados dejaba abierta la entrada hasta la presencia del Dios santo. Esto fue de arriba hacia abajo, lo que muestra que Dios abrió el camino.
El sábado comenzaba con la caída del sol del viernes y finalizaba con la caída el sol del sábado. Jesús murió unas pocas horas antes que el sol del viernes se pusiera. Iba en contra de la Ley judía hacer cualquier trabajo físico o viajar el día de reposo. También iba en contra de la Ley dejar que un cuerpo permaneciera colgado durante toda la noche. José de Arimatea vino para sepultar el cuerpo de Jesús antes que comenzara el sábado. Si Jesús hubiera muerto en sábado, cuando José no podía hacer nada, los romanos habrían bajado su cuerpo de la cruz. Si los romanos hubieran hecho tal cosa, los judíos no hubieran tenido confirmación de su muerte, por lo que hubieran podido negar su resurrección.
José de Arimatea lo puso en una tumba nueva y la selló. Aunque era un miembro honorable del concilio judío, José era un discípulo secreto de Jesús.
Los líderes religiosos también vieron donde se colocó el cuerpo de Jesús. Después pusieron guardas ante la tumba y sellaron la piedra para asegurarse que nadie robara el cuerpo para decir luego que había resucitado.
Las mujeres se mantuvieron cerca de la cruz cuando los discípulos huyeron, siguieron tras el cuerpo de Jesús cuando lo llevaron a la tumba y prepararon especias aromáticas para su cuerpo. Debido a que aprovecharon la oportunidad que tuvieron, fueron las primeras testigos de la resurrección. Dios bendijo su entrega y diligencia.

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