lunes, 4 de febrero de 2019

Leyendo... Mateo capítulo 28



LECTURA DIARIA:
Mateo capítulo 28

Pasado el día de reposo, las mujeres fueron al sepulcro y presenciaron algo que ellas no esperaban.

La piedra no fue removida para que Jesús saliera, sino para que pudieran ver que había resucitado, tal como lo había prometido. El ángel que anunció las buenas nuevas de la resurrección a las mujeres les dijo "No temáis". "No está aquí". Jesús no está muerto y no debían buscarlo entre los muertos. "Venid ved". Las mujeres pudieron ver la evidencia. La tumba estaba vacía. "Id pronto y decid". Tuvieron el encargo de esparcir el gozo de la resurrección.
La resurrección de Jesús es lo fundamental en la fe cristiana. "Como dijo", Jesús resucitó de la muerte. La resurrección corporal de Jesús demuestra que el Cristo viviente es soberano en el reino eterno de Dios.
En el camino, Jesús se les apareció y le dijo a las mujeres que dieran un mensaje a los discípulos, que se reuniría con ellos en Galilea, como les había dicho antes.
Jesús se reunió con ellos primero allí  y más tarde en Galilea.
Jesús dejó a sus discípulos estas instrucciones: estaban bajo su autoridad, debían hacer más discípulos, bautizarlos y enseñarles que hay que obedecerlo a Él; El estaría con ellos siempre.
En misiones previas Jesús había dicho a sus discípulos que fueran sólo a los judíos. A partir de ese momento su misión tendría alcances mundiales. Jesús es Señor de la tierra y murió por los pecados de toda la humanidad.
Los discípulos garantizarían el cumplimiento de la Gran Comisión.
Las palabras de Jesús afirman la realidad de la Trinidad, dijo que debían bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. La palabra Trinidad no está en las Escrituras pero describe muy bien la naturaleza tres en uno del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Los discípulos debían bautizar personas porque el bautismo une al creyente con Jesús en su muerte por el pecado y su resurrección a una vida nueva. El bautismo muestra sumisión a Cristo y disposición a vivir en la forma que Dios quiere.
Con los discípulos Jesús estuvo cara a cara hasta que ascendió al cielo, y luego por medio del Espíritu Santo vendría a ser la presencia de Jesús que nunca los abandonaría.

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