jueves, 7 de febrero de 2019

Leyendo... Marcos capítulo 2



LECTURA DIARIA:
Marcos capítulo 2

La necesidad del paralítico movió a sus amigos a la acción y lo llevaron a Jesús.

En lugar de decirle al paralítico: "Estás sano", Jesús le dijo: "Tus pecados te son perdonados". Para los líderes judíos era una blasfemia pretender hacer algo que solo Dios podía hacer. De acuerdo a la Ley judía, este pecado merecía la muerte. Los líderes religiosos entendieron muy bien que Jesús afirmaba que era el Mesías, pero el juicio que emitieron fue erróneo. Jesús no blasfemó, porque lo que dijo era cierto. Jesús es Dios y lo demostró sanando al paralítico.
El versículo 10 es la primera vez en Marcos que Jesús se refiere a sí mismo como el "Hijo del Hombre". El título Hijo del Hombre enfatiza que es totalmente hombre, mientras que Hijo de Dios enfatiza que es totalmente Dios. Como Hijo de Dios, Jesús tiene la autoridad de perdonar pecados. Como hombre, puede identificarse con nuestras profundas necesidades y sufrimientos y ayudarnos a vencer el pecado.
Capernaum era un centro militar clave para las tropas romanas, así como una floreciente comunidad comercial. Varios caminos de importancia se cruzaban en Capernaum y por ellos pasaban los comerciantes que viajaban a Egipto, en el sur, o a Mesopotamia, en el norte. Leví (Mateo) era un judío nombrado por los romanos para recolectar impuestos en aquella zona. El sistema establecía que estos funcionarios podían quedarse con un porcentaje de los impuestos que cobraban, pero se quedaban con mucho más, con lo que se enriquecían desmesuradamente. Los judíos odiaban a los cobradores de impuestos por su fama de estafadores y por estar al servicio de Roma. El día que Leví se encontró con Jesús, organizó una reunión en su casa para presentarlo. "Esa chusma", decían los fariseos para describir a la gente con la que Jesús comía. Pero la asociación de Jesús con los pecadores obedecía a que los amaba y a que sabía que necesitaban lo que tenía que decirles. Le dedicó tiempo a quien necesitaba o quería escuchar su mensaje: pobres, ricos, malos, buenos.
Juan tenía dos propósitos: hacer que la gente se arrepintiera de sus pecados y prepararla para la venida de Cristo. Este fue un tiempo de seria reflexión que incluía ayuno, señal externa de humillación y pena por el pecado. Los discípulos de Jesús no necesitaban ayunar en preparación para su venida, porque Él estaba con ellos. Jesús, sin embargo, no condena el ayuno. El mismo ayunó cuarenta días. Pero enfatiza el ayuno con buen propósito. Los fariseos ayunaban dos veces a la semana para mostrar cuán santos eran. Jesús explicó que el que ayuna solamente para impresionar a otros lo hace por gusto.
Jesús se comparó a sí mismo con un esposo porque en el Antiguo Testamento el término equivalente a esposa se aplica a menudo a Israel y esposo a Dios que ama a Israel.
Un odre era una piel de cabra cocida por los bordes para formar una bolsa hermética. El vino nuevo, al fermentar con el tiempo, hace que el odre se estire. El vino nuevo, sin embargo, no puede ponerse en un odre estirado porque la piel demasiado rígida se rompe. Los fariseos eran tan rígidos como aquellos viejos odres. No podían aceptar que la fe en Jesús no fuera restringida ni limitada a ideas o reglas de hombres.
La Ley decía que los agricultores judíos tenían que dejar sin segar las esquinas y los lados de las porciones de tierra que sembraron para que los viajeros y los pobres lo tomaran y comieran. Jesús, al caminar junto al sembrado, no violaba la propiedad privada, pues comía del trigo dejado para ese propósito.
Los fariseos creían que Jesús y sus discípulos, al arrancar las espigas y frotarlas en sus manos para limpiar el trigo, cosechaban. Pero era evidente que Jesús y sus discípulos no arrancaban el trigo por lucro, sino que buscaban algo de comer.
Los dirigentes religiosos judíos estaban tan enredados en sus leyes que perdieron de vista lo que era bueno y correcto.
Jesús usó el ejemplo del rey David para señalar lo ridículas que eran las acusaciones de los fariseos. Jesús dijo que Dios estableció el día de reposo para nuestro beneficio, no para el suyo. Dios no se beneficia con que descansemos el día de reposo, pero al descansar y concentrarnos en Dios, nos recuperamos física y espiritualmente. Para los fariseos, las leyes sabáticas llegaron a ser más importantes que el propósito mismo del día de reposo.

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