TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Al
verlo, caí a sus pies como muerto. Pero él, poniendo su mano derecha sobre mí,
me dijo: «No tengas miedo; yo soy el primero y el último, y el que
vive. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre. Yo tengo las llaves del
reino de la muerte”. Apocalipsis 1. 17 -
18
Juan
en su desmayo, paralizado por el deslumbramiento de esa visión, escucha la
clara y firme voz de su amado Señor Jesucristo, que le dice con mucha ternura:
No temas. ¡Éste es nuestro Señor y Salvador, este es nuestro Dios!, el que se
compadece de nuestra humanidad, que comprende nuestros temores y desalientos; y
nos dice "no temas".
A
continuación Jesucristo, el Señor, da cuatro razones, o motivos, para no temer.
Primera
razón: Él dice Yo soy el primero y el último. Eso habla de Su eterna deidad. Él
salió de la eternidad, y avanza hacia la eternidad. El salmista escribió: “Antes
que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta
el siglo, tú eres Dios”. (Salmo 90.2). Y esta palabra "siglo" indica
un punto en la lejanía que se desvanece en la distancia. Así es que, desde un
punto en la lejanía que se desvanece en el del pasado, hasta un punto en la
lejanía que se desvanece en el futuro, Él es Dios. Él es el primero, porque no
hubo nadie antes de Él, y Él es el último, porque no hay nadie que le pueda
seguir.
La
segunda razón por la cual no debemos sentir temor, Jesucristo dice: Y el que
vivo, y estuve muerto. Estas palabras recordaron a Juan la realidad más
importante de toda la historia de la humanidad: Jesucristo murió, pero
resucitó. Este es un aspecto maravilloso acerca del perdón de Dios. Si llegamos
ante Él, con nuestras cargas, con nuestros pecados, cualesquiera que sean, por
muy graves y terribles, Dios nos acepta incondicionalmente, si somos sinceros
en nuestro arrepentimiento. Dios nos escucha, nos limpia con la sangre que Su
Hijo Jesucristo vertió en la cruz, y aceptándole como nuestro único Salvador,
todo el lodo, toda la carga que nos aplastaba queda removida.
La
tercera razón por la cual no debemos temer, es esto: Mas he aquí que vivo por
los siglos de los siglos, amén. Esta es una afirmación que nos tranquiliza.
Jesucristo nos recuerda que está vivo HOY, en nuestro tiempo presente, que su
acción es continua; que Él no sólo está juzgando, sino que está intercediendo,
día tras día, cada día, cada mes, cada año.
La
cuarta razón para no sentir temor que Jesucristo menciona es esta: Y tengo las
llaves de la muerte y del Hades. Estas llaves nos hablan de Su autoridad y de
Su poder. Él, el Señor Jesús, tiene poder sobre la tumba y sobre la muerte
ahora, ahora mismo, gracias a Su propia muerte y resurrección. Ahora, Hades
aquí, es la palabra griega para "el mundo que no se ve". Puede
referirse a la tumba, o al lugar donde va el espíritu.
No
debemos tener temor a nadie, con excepción de Aquel que tiene autoridad y poder
para quitarnos la vida. Pero Jesucristo, el Señor afirma que Él tiene las
llaves. Él es quien puede quitar de nosotros ese temor de la muerte.
Esto
es maravilloso, Él está vivo, Él intercede por nosotros, Él ora por nosotros.
¡Sí, así es nuestro Dios!
Dios
les bendiga abundantemente.
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