LECTURA
DIARIA:
1
Pedro capítulo 3
Cuando
un hombre se convertía, por lo general traía a toda su familia a la iglesia.
Bajo la ley romana, el esposo y padre tenía autoridad absoluta sobre todos sus familiares,
incluso su esposa.
En cambio, si el marido no estaba de acuerdo con las nuevas
creencias de su esposa, ella podía poner en peligro su matrimonio al exigir sus
derechos como una mujer libre en Cristo. Pedro tranquilizó a las mujeres
cristianas casadas con incrédulos indicándoles que no tenían que predicarles a
sus esposos. Su mejor manera de llegar a ellos sería mediante un servicio
amoroso, ellas debían mostrarles al esposo el amor abnegado que Cristo le
mostró a la Iglesia. Al ser esposas ejemplares, lograrían agradar a sus
esposos.
Una
vida transformada habla con mayor fuerza y claridad, y a menudo es el modo más
eficaz de influir en un miembro de la familia. Pedro les dice a las esposas
cristianas que cultiven una hermosura interior y que no vivan preocupadas por
su apariencia exterior.
Ser
sujetas significa cooperar voluntariamente con alguien, por amor y respeto a
Dios y por esa persona.
Jesucristo
se sometió a la muerte a fin de que pudiéramos ser salvos; quizás algunas veces
debamos someternos a circunstancias desagradables con el propósito de que otros
vean a Cristo en nosotros.
Cuando
Pedro llama a las mujeres el "vaso más frágil", no se refiere a una
inferioridad moral ni intelectual, sino que reconoce las limitaciones físicas
de la mujer. Las mujeres de su época, si no eran protegidas por los hombres,
eran vulnerables a los ataques, maltratos y desastres económicos.
Si
un hombre no trata con respeto y consideración a su esposa, sus oraciones
tienen estorbo, porque una relación viva con Dios depende de la buena relación
con los demás.
Pedro
presenta cinco elementos clave que deben caracterizar a cualquier grupo de
creyentes: (1) armonía, al buscar las mismas metas; (2) compasión, al responder
a las necesidades de los demás; (3) amor, al ver y tratar a los demás como
hermanos; (4) compasión, al ser sensibles en nuestro afecto e interés; y (5)
humildad, al procurar animar a otros y regocijarse con los triunfos de los
demás. Estas cinco cualidades son de gran ayuda para que los creyentes puedan
servir a Dios con eficiencia.
En
nuestro mundo caído, a menudo se hiere verbalmente a las personas o se da la
espalda si nos sentimos heridos. Pedro, recordando las enseñanzas de Jesús de
dar la otra mejilla (Mateo 5.39), anima a sus lectores a responder con oración
en favor de los ofensores. En el reino de Dios, la venganza es una conducta
inaceptable, como el insultar a una persona, sin que importe si ha sido o no
con intención.
A
menudo vemos la paz como la ausencia de conflictos, y pensamos que el alcanzar
la paz es una función pasiva. Pero un pacificador eficiente procura activamente
la paz. Establece buenas relaciones, sabiendo que la paz es la consecuencia de
nuestra entrega.
Lograr
la paz puede ser una tarea difícil, mucho más que la de hacer la guerra, pero
tendrá como resultado vida y felicidad.
Debemos
creer que de verdad Dios controla todos los acontecimientos. Cuando El gobierna
nuestros pensamientos y emociones, no seremos conmovidos por nada que pueda
hacer el enemigo.
Dios
les ha dado a todos la oportunidad de acudir a Él, pero eso no significa una
segunda oportunidad para quienes rechazaron a Cristo estando vivos. Pedro dice que la salvación de Noé a través de
las aguas simbolizaba el bautismo, una ceremonia que incluye agua. Mediante el
bautismo nos identificamos con Jesucristo, el que nos separa de los perdidos y
nos da nueva vida. No es la ceremonia en sí la que nos salva, sino la fe en la
muerte y resurrección de Cristo. El bautismo es el símbolo de la transformación
que tiene lugar en el corazón de los que creen. Al identificarse con Cristo
mediante el bautismo, los lectores de Pedro nunca podrían volver atrás, aun en
medio de la presión de la persecución.
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