LECTURA
DIARIA:
Apocalipsis
Introducción
Era
el año 95 d.C. ya habían pasado más 60 años desde que Jesús había caminado
entre Su pueblo. Jerusalén y el Templo habían sido destruidos, y los judíos
habían sido derrotados.
Pablo había muerto decapitado en Roma, cerca de 30 años
antes. Pedro había sido crucificado cerca del mismo tiempo. De todos los
discípulos, solamente Juan estaba vivo. Él había escrito el Evangelio que lleva
su nombre y sus tres cartas unos años antes, y había servido por un tiempo como
obispo en la Iglesia de Éfeso. Cerca del año 70 d.C. cuando el Templo
fue destruido.
Finalmente,
los romanos exiliaron a Juan en la Isla de Patmos, una prisión tipo
colonia, fuera de la costa de lo que hoy día es Turquía, creyendo que así no
volverían a saber de él. Pero el Señor tenía otros planes y se le apareció
personalmente a Juan ordenándole que escribiera una última carta y la enviara a
las siete iglesias en Asia Menor.
Ya anciano al final de sus días, Juan estaba
por embarcarse en uno de sus mayores retos. Después de escribir el Libro de
Apocalipsis, murió de causas naturales cerca del año 100 d.C.
Apocalipsis,
en griego significa revelación, develar o descubrir algo que está oculto. En el
libro se da a conocer al Señor Jesucristo y se revela Su autoridad, poder y
función preeminente en el plan de salvación del Padre. El libro también revela
mucha información importante sobre los acontecimientos que anteceden a la
Segunda Venida y al Milenio.
Estudiar
el Libro de Apocalipsis puede ayudarte a lograr un mayor entendimiento sobre el
Hijo de Dios resucitado y glorificado, así como de Su comunicación con los
hijos de Dios a lo largo de todas las épocas de la historia de la tierra, en
particular, en los últimos días. El libro brinda un mensaje de esperanza a las
personas rectas y puede alentarte a mantenerte fiel a tu testimonio del
Salvador en medio de persecuciones y pruebas.
De
los 404 versículos que contiene el Libro de Apocalipsis, 278 son tomados del
Antiguo Testamento. De hecho, el único libro no citado es el de Ester.
Encontremos
por eso construcciones gramaticales del Antiguo Testamento como, por ejemplo,
“el que es, el que era y el que ha de venir”, y “los siete espíritus que están
delante de Su trono”. La primera expresión es una traducción aproximada del
Nombre de Dios, y la segunda es el Nombre del Espíritu de Dios. En el capítulo
19 veremos la palabra no traducida “Aleluya” (que significa “Gloria a Dios”)
que se utiliza cuatro veces. Es en el único lugar en que esta palabra aparece
en el Nuevo Testamento. De hecho, el Apocalipsis tiene tantos matices del
Antiguo Testamento que algunas personas creen que Juan estaba en realidad
traduciendo del hebreo al griego conforme escribía.
La
frase “Alfa y Omega” se deriva de la primera y última letras del alfabeto
griego, y se refiere a Dios el Padre y recuerda Su llamado a
Israel. “Ustedes son mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí,
para que me conozcan y crean, y entiendan que yo mismo soy; antes de mí no fue
formado dios, ni lo será después de mí. Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay
quien salve” (Isaías 43.10-11).
Esta
frase la utilizaría Jesús después para Sí mismo.
Por
medio de esta orden queda claro que Juan en realidad iba a ser testigo de
algunos eventos que el Señor quería que documentara y luego que distribuyera a
las siete iglesias que había nombrado.
Algunas
personas alegan que Juan vio todo esto durante un Sabbat, mientras que otras
dicen que él fue transportado a través del tiempo al Día del Señor. De esta
manera, el Señor divide el Libro de Apocalipsis que Juan va a escribir, en tres
secciones.
Las
cosas que Juan ha visto, que son las contenidas en el capítulo 1, las cosas que
son, las cuales comprenderán los capítulos 2 y 3, y las cosas que serán después
de estas, que son las comprendidas en los capítulos 4 al 22.
El
hecho de que al Señor se le vea en pie en medio de siete candeleros de oro
indica Su involucramiento directo con la iglesia, y el que sostenga las siete
estrellas en Su mano derecha, nos habla de la íntima relación que Él tiene con
los líderes de las mismas.
Ya
sea que los veamos como los pastores o como vigilantes angelicales, Él los
tiene en la palma de Su mano. El número siete es una figura prominente en el
Libro de Apocalipsis, que se utiliza 52 veces.
La
mención del Señor de ser “el primero y el último” muestra los pasos más
importantes en un proceso de fabricación. La palabra griega traducida “primero”
es “prótos” de donde se origina la palabra “prototipo”. El prototipo es el
original. Es el que fija la norma de la que saldrán todas las demás copias y
que serán comparadas, en exactitud, con el original (el primero, el prototipo).
Y la
palabra griega traducida como “último” es “escatos” (de aquí se deriva la
palabra “escatología”, que es la rama de la Teología dedicada al
análisis de los últimos tiempos proféticos). Escatos es un superlativo, el
ejemplo perfecto, lo más alto y mejor que se puede obtener. A pesar de que
estemos destinados a ser como Él y actuar como Él, nunca podremos ser Él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario