LECTURA
DIARIA:
2
Pedro capítulo 1
Pedro
escribe esta carta a aquellos que ya habían alcanzado la fe y necesitaban
crecer en ella.
Para
disfrutar de los privilegios que Dios ofrece generosamente, tenemos "el
conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesucristo". El poder para crecer
no viene de nuestro interior sino de Dios. Como no tenemos los recursos para
ser verdaderamente espirituales, Dios nos permite "ser participantes de su
naturaleza divina" a fin de protegernos del pecado y ayudarnos a vivir
para El. Cuando nacemos de nuevo, por medio de su Espíritu Dios nos capacita
con su propia bondad moral.
La
fe tiene que ser más que creer en hechos ciertos; debe traducirse en acción, en
desarrollo del carácter cristiano y en la práctica de la disciplina moral, o
desaparecerá. Pedro hace una lista de varios actos de fe: aprender a conocer
mejor a Dios, cultivar la paciencia, hacer la voluntad de Dios, amar a los
demás. Esos actos no se producen automáticamente; requieren arduo trabajo. No
son opcionales; deben de ser parte constante de la vida cristiana.
Los
falsos maestros decían que no era necesario el dominio propio porque las obras
no ayudan a creer. Es verdad que las obras no pueden salvarnos, pero es
absolutamente falso pensar que no son importantes. Somos salvos de modo que
podemos crecer a la semejanza de Cristo y eso nos ayuda a servir a los demás.
Dios quiere producir en nosotros su carácter amoroso; pero para hacerlo exige
nuestra disciplina y nuestro esfuerzo. Cuando obedecemos a Cristo con la
dirección de su Espíritu, cultivaremos el dominio propio, no sólo respecto a la
comida y bebida, sino también con respecto a nuestras emociones.
Nuestra
fe debe ir más allá de lo que creemos para convertirse en parte dinámica de
nuestra vida, resultando en buenas obras y en madurez espiritual. La salvación
no depende de las buenas obras pero se manifiesta en buenas obras.
Pedro
quiso despertar a los creyentes satisfechos de sí mismos que habían prestado
atención a los falsos maestros y que creían que, como la salvación no se basaba
en buenas obras, podían vivir como quisieran. Pedro, dice aquí si somos de Dios
lo probará nuestro arduo trabajo. Si pertenecemos al Señor, nuestro arduo
trabajo respalda la afirmación de haber sido elegido por Dios ("vocación y
elección"), nunca será descarriado por los falsos maestros o el encanto
del pecado.
En
nuestra vida espiritual no debemos pasar por alto los fundamentos de nuestra fe
cuando nos dedicamos a un estudio más profundo de las verdades bíblicas. Así
como un deportista necesita practicar siempre, nosotros también necesitamos
recordar constantemente los fundamentos de nuestra fe y sobre todo cómo
llegamos a creer.
Pedro
sabía que su muerte era inminente. Pedro fue martirizado por su fe alrededor de
68 d.C. La tradición dice que fue crucificado con la cabeza para abajo, porque
así lo pidió, reconociendo que no merecía morir de la misma manera que murió su
Maestro.
Pedro
habla de la transfiguración en la que
Jesús les reveló su identidad divina a él y a otros dos discípulos, Jacobo y
Juan.
Pedro
afirma que los profetas del Antiguo Testamento escribieron el mensaje de Dios,
y que él se pone en la misma categoría de los demás apóstoles porque ellos
también proclamaban la verdad de Dios. La Biblia no es una colección de fábulas
ni de conceptos humanos acerca de Dios. Es en realidad la Palabra de Dios dada
por medio de las personas para las personas. Pedro hace énfasis en su autoridad
como testigo presencial y en la autoridad de las inspiradas Escrituras de Dios,
preparándose de esa manera para atacar a los falsos maestros. Si esos hombres
malignos contradecían a los apóstoles y a la Biblia, su mensaje no podía venir
de Dios.
Cristo
es el "lucero de la mañana" y, cuando vuelva, brillará en toda su
gloria. Hasta aquel día tenemos las Escrituras como una lámpara y el Espíritu
Santo para iluminar las Escrituras y para guiarnos a buscar la verdad.
"Los
santos varones de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo"
significa que las Escrituras no vinieron como consecuencia del trabajo creativo
de la propia invención o interpretación de los profetas. Dios inspiró a los que
escribieron, así que su mensaje es auténtico y confiable.
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