martes, 24 de septiembre de 2019

Leyendo... 2 Juan capítulo 1



LECTURA DIARIA:
2 Juan capítulo 1

El apóstol Juan se describe a si mismo con el anciano y se dirige a la “kuria” que es lo que luego fue traducido como señora.
Kuria también traduce iglesia o asamblea de Dios de modo que Juan se dirige a la iglesia a quienes ama en la verdad y a quien aman todos aquellos que reconocen la verdad.
Juan llama a la verdad el Espíritu Santo, de modo que mientras el Espíritu Santo permanece en nosotros la verdad permanece y eso no es por un tiempo, es para siempre, en donde el tiempo ya no tiene injerencia.
Juan declara que la gracia, la misericordia y la paz de Dios sean con nosotros en unidad con el Padre y el Hijo para que la verdad y el amor se hagan manifiestos a nuestros corazones.
Su carta parece estar dirigida a la iglesia pero junto con ella también al Padre, pues se goza en ver a parte de la iglesia andando en la verdad conforme a su conciencia.
Ruega a la iglesia que reconozca el mandamiento que ha sido establecido desde el comienzo de la humanidad, desde Adán y Eva este mandamiento fue concebido para que se cumpliera, pero fue trastornado por el pecado, que impide que nos amemos los unos a los otros y permanezca el egoísmo.
Como el amor es según su mandato, entonces amémonos como hermanos y hagámoslo manifiesto a toda la humanidad.
El mandamiento es al amor, como el amor al mandamiento, ninguno se contradice, el uno lo ordena, mientras el otro lo cumple. Y este se cumple en unidad con el Padre y el Hijo, para que estando en comunión con ellos su amor sea nuestro.
Todo predicador de la verdad ha de confrontar la mentira, pues son muchos quienes intentan engañar al pueblo de Dios confesando mentiras y engaños, como el que Jesucristo no había venido en carne, ahora son muchas más las mentiras que se oyen, como que el no murió en la cruz, que él fue solo otro maestro, que no resucito y otras muchas más. Todo el que hace esto es un falsificador, engañador y se convierte en un anticristo y el mundo está llenándose de este tipo de personajes que confunden al creyente y no le permiten crecer en su fe y amor para con Dios.
Al confrontar la mentira no podemos ir solo al exterior, sino que debemos estar alertas para con nosotros mismos, porque es fácil caer en el engaño o enseñar algunas falsedades, por eso Juan nos exhorta a velar por nosotros para que no perdamos el fruto de todo nuestro esfuerzo en pos de la verdad que tiene galardón para con Dios.
Juan exhorta a evitar recibir en las congregaciones y reuniones, enseñanza engañosa, debemos ser cuidadosos a quienes se permite enseñar la doctrina, pues no todos la viven, ni la conocen. Algunos predican para saciar sus propios bolsillos, otros para saciar sus egos, otros por necesidad, y algunos por mentirosos, cuidemos con mayor ahínco a aquellos que están en formación y conocimiento de la verdad.
No participemos de las obras de otros que no enseñan la verdad, pues si les damos la bienvenida nos hacemos participes de su maldad.
Esta corta carta es una exhortación clara a seguir la sana doctrina, las enseñanzas de Jesús que han sido tergiversadas por los inconstantes y los malvados para obtener ganancias, para tergiversar la verdad y sacarla de contexto en pos de su propio beneficio.

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